- Republicanos y demócratas dividen Cámaras
- Los azules en busca de liderazgo hacia el 2020
Juan Barrera Barrera
Se cumplieron los pronósticos. Los resultados de las elecciones legislativas de medio término en Estados Unidos arrojan un empate entre el Partido Republicano y el Demócrata.
El primero mantiene el control del Senado, mientras que los azules recobran la Cámara de Representantes, después de ocho años en poder republicano.
Las legislativas se esperaban como un referéndum al ejercicio del gobierno del presidente Donald Trump y aunque los demócratas no lograron asestarle un golpe letal, los electores le abren un boquete que debilita la estrategia del multimillonario, ya que la nueva mayoría de los congresistas tendrá la capacidad de bloquear leyes trumpistas divisivas, como el proyecto xenofóbico de la construcción del muro fronterizo o la ley antiinmigrante.
Donald Trump tendrá que hacer lo que no le gusta: negociar con sus oponentes que tratarán de bloquear sus iniciativas que favorezcan a sus bases electorales, pero igual los demócratas tendrán que ceder en ciertos asuntos delicados ¿cómo el muro fronterizo?
Sin embargo, la ola azul, como se le conoció al movimiento electoral en torno al Partido Demócrata, no logró la fuerza suficiente para desplazar al Partido Republicano en el Senado pues era muy difícil, ya que 35 escaños de cien estuvieron en disputa, sólo nueve correspondían a los republicanos.
Todos buscamos explicaciones, políticas, sociológicas y hasta psicológicas de cómo el presidente más impopular en los últimos tiempos de la historia de los Estados Unidos que con su retórica fascista ha dividido a su país, su partido haya tenido una votación importante en una elección intermedia marcada por una alta participación (49% del electorado, 114 millones de votantes, 20 millones más que hace cuatro años) cuando la media tradicional en estos comicios oscila entre el 18 y el 22 %.
Las 435 curules de la Cámara de Representantes que estuvieron en juego 222 fueron para los demócratas por 196 republicanos (se requieren 218 o más para tener el control) con otras por resolverse. Para el Senado, 51 republicanos por 46 demócratas, con tres por resolverse, pero la tendencia indica que los republicanos tendrán la mayoría. Actualmente los republicanos controlan 241 asientos y 194 los demócratas.
Sobresaliente fue el papel que jugó el movimiento feminista Mitoo en esta contienda, que ha sobresalido por sus denuncias y demandas en contra de los abusos sexuales, delito por el que el presidente Trump ha estado implicado por varias mujeres. Por primera vez el Congreso estadounidense tendrá el mayor número de mujeres, entre ellas indígenas, latinas y musulmanas.
Aunque el presidente Donald Trump ha salido con su clásica actitud triunfalista, la realidad es que el nuevo panorama político ya no le es muy favorable. Durante estos primeros dos años de su conflictivo gobierno dominado por escándalos personales y con su equipo de colaboradores (el miércoles destituyó a Jeff Sessions como fiscal general por el caso Rusia-gate), había gobernado en solitario con un cómodo Congreso republicano.
Pero los resultados electorales del martes 6, además de dividir al Congreso, terminaron por polarizar aún más a la sociedad estadounidense y serán un reflejo de los próximos comicios del 2020 en los que estará de por medio la presidencia estadounidense y la relección de Trump.
Los demócratas sin aire suficiente para el 2020
La jornada electoral es un aviso urgente para los demócratas que están necesitados urgentemente de una figura guía, de un liderazgo fuerte que logre reagrupar a sus bases que se dividieron en 2016 por la disputa interna entre Bernie Sanders y Hillary Clinton.
Las huestes demócratas fueron avasalladas no solo políticamente, también moralmente y no han podido recuperarse del vendaval llamado Trump que a pesar de los escándalos que rodean la Casa Blanca día y noche, el mandatario neoyorquino sigue manteniendo firmes sus bases electorales, en especial en el sector rural, mientras que los demócratas dominan en las zonas urbanas.
La suma de la personalidad del ex presidente Barack Obama a la campaña de los candidatos de su partido fue de gran apoyo, pero lo hizo en forma tardía. Obama debe asumir un papel más protagónico dentro de su partido, a pesar de que en el último tramo de su gobierno acabó distanciado y hasta rechazado. Ahora fue el principal activo de sus candidatos.
El ex mandatario sigue gozando de popularidad, especialmente porque figuras relevantes como la misma Hillary Clinton, han tenido una fuerte caída política después de su dramática derrota en las elecciones de hace dos años de la que no ha podido recuperarse.
Por otro lado, el senador Sanders que refrendó su escaño en el senado, ha sido muy tibio en estos dos años en cuanto a asumir un liderazgo más activo en el interior de su partido.
Los demócratas igual necesitan de nuevas caras y creo que en estas elecciones ha surgido un personaje que a pesar de no haber podido derrotar al senador conservador Ted Cruz en Texas, uno de los bastiones del conservadurismo, Beto O’ Rourke, le disputó palmo a palmo la elección cerradísima a uno de los iconos del republicanismo estadounidense. Es sangre joven, progresista, con talento y pasta para darle aire fresco a los azules.
El 2020 no está lejos y el futuro inmediato de los demócratas mucho dependerá de la actuación de sus congresistas en el Capitolio desde donde también se gobierna. Tienen la mitad del Congreso pero les falta liderazgo político e inteligente, práctico y capaz de enfrentar y derrotar al supremacista Donald Trump.