Política Global

May: pierde Brexit pero sobrevive; el británico, un drama para Shakespeare; ¿qué hacer?

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Juan Barrera Barrera

Después de haber sufrido una derrota histórica, sin precedentes para un gobierno británico, al rechazar la Cámara de los Comunes el Acuerdo de Retirada del Brexit con la Unión Europea, este miércoles la primera ministra, Theresa May, sobrevivió a la moción de censura propuesta por el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn.

La primera ministra logró un voto de confianza muy magro de los parlamentarios con 325 votos a favor y 306 en contra. El martes, día negro para el gobierno de Londres, Westminster había rechazado en forma rotunda el Acuerdo Brexit con la UE por 432 sufragios contra 202. No obstante, May se mantiene en el cargo.

De haber perdido May la confianza, se advertía poco probable, se procedería a convocar a elecciones en las que el escenario favorecería al Partido Laborista y su líder, Jeremy Corbyn, tendría una victoria asegurada, a pesar de que su liderazgo ha sido muy blando.

Es de destacar el estoicismo de Theresa May que a pesar de las adversidades que incluyen la oposición en su propio partido, el Conservador, a diferencia de su antecesor, David Cameron, padre del Brexit y principal responsable del brete en que se encuentra su país y la Europa continental. El ex primer ministro prefirió lavarse las manos como “el romano imperialista” y renunció dejando una estela de incertidumbre.

Vienen días más difíciles para los británicos, sobre todo por la premura del tiempo que opera en contra del gobierno de May, ya que la fecha para que Gran Bretaña abandone la Unión Europeo se cumple el 29 de marzo y no parece que la lideresa europea tenga un plan B para convencer a los opositores políticos y de su propio partido.

Brexit o un drama shakespeariano 

Quién iba a pensar que uno de los países más fuertes de Europa tuviera la capacidad de meterse en una grave crisis que conforme avanza el tiempo para el divorcio con sus antiguos aliados europeos su drama se agudiza, tema que necesariamente nos remite al gran dramaturgo y máximo exponente de la lengua inglesa, William Shakespeare.

El voto de confianza que se le otorgó a Theresa May, sin embargo, no abona de ninguna manera a una solución a la medida de las exigencias de los partidos opositores que piensan que el acuerdo firmado por la primera ministra y Bruselas mantendría atada a la Gran Bretaña con el bloque europeo.

En el ambiente político doméstico como entre las 27 capitales de la Unión Europea ronda el escenario menos deseado, de una salida sin acuerdo, de una manera abrupta que es a la que los líderes europeos y británicos le temen, ya que esa posibilidad sería de consecuencias desastrosas para los involucrados, cuyos tentáculos  devastadores afectarían al sistema financiero internacional.

Analistas internacionales coinciden en que un Brexit sin acuerdo podría generar caos en los viajes, escasez de alimentos y en las medicinas, de combustible y una recesión económica catastrófica para los británicos. La semana pasada, el Parlamento votó a favor de imponer restricciones financieras al gobierno de Londres en un escenario de no acuerdo, en un intento por evitar la peor opción.

¿Qué hacer?

La votación del martes desfavorable a Theresa May y la invariable posición de los 27 países del bloque europeo, dejan a una primera ministra sola y aislada. No fue solo una derrota de la primera ministra, sino de toda la Gran Bretaña. Dos terceras partes de parlamentarios británicos votaron de plano por el no a un acuerdo pactado con la Unión Europea. ¿Qué hacer ahora?

May no tiene muchas opciones para superar la crisis. Una podría ser que el gobierno de Londres busque una extensión del plazo del 29 de marzo bajo el Artículo 50, contemplado en la legislación de la Unión Europea, o revocarlo por completo para que la Gran Bretaña se mantenga en la UE como está ahora, tiempo para que el Parlamento madure consensos, o para un segundo referéndum, idea que crece más y más, o convocar a elecciones generales.

La lideresa británica es firme en su decisión de cumplir con la voluntad secesionista de los ciudadanos que se expresaron en las urnas, pero ¿hasta cuándo? ya que requiere de un mayor apoyo al de su partido y sus aliados (317 parlamentarios de 650). Aquí el factor Laborista juega un papel decisivo, el partido es favorable al acuerdo pactado, pero Jeremy Corby enfrenta un creciente frente interno que presiona por un segundo referéndum, así como tres partidos y un sector social importante, posibilidad muy real pero que sería muy costosa para la democracia británica.   

La Unión Europea espera a la expectativa el desenlace del drama británico. Los socios europeos han dejado la crisis en manos de quienes lo iniciaron, los propios británicos y que se cuezan en su salsa. ¿Por qué la Unión Europea debería otorgar concesiones a Londres cuando los británicos votaron por abandonar la casa? Los comunitarios no quieren contaminarse con el conflicto británico, pero ¿también estarán preparados para un no acuerdo?

Hasta ahora lo más razonable es que Theresa May busque el consenso con los partidos secesionistas una prórroga de salida con Bruselas, pero primero deben superar el ambiente de división que recorre a todo el territorio. Lo otro es aceptar la propuesta europea de mantenerse en la unión aduanera con Europa, opción intermedia, modelo parecido al turco y evitar la línea fronteriza entre las dos Irlandas, la británica (la del Norte) y la socia de la UE. Pero el Partido Conservador rechaza esa opción.

Para presentarle un plan B a la UE primero Gran Bretaña debe contar con un liderazgo fuerte, sólido y no hay político a la vista con ese perfil. Han sido dos años y medio de desgaste interno y más que una posibilidad de certeza en lo inmediato lo que se asoma en el futuro inmediato de los británicos, sin deseárselos, son esas tres palabras que no se merece la sociedad británica invocadas por May en su discurso de derrota: incertidumbre, amargura y rencor, nutrientes puros para las ultraderechas europeas que están al acecho.