Política Global

AMLO enfrenta una tormenta perfecta; ¿Gobierno dócil o tolerante?; necesaria una mejor capacidad de respuesta

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Juan Barrera Barrera

A dos meses de asumir la alternancia en el poder, el presidente Andrés Manuel López Obrador, enfrenta una tormenta perfecta en varios frentes que van desde la persecución de delincuentes que han robado combustible a manos llenas durante muchos años, en contubernio con los gobiernos en turno, problemas magisteriales y pasando por huelgas laborales en el norte del país.

El gobierno de AMLO se sacó la rifa de los tigres y algunos de ellos se han soltado. El presidente y su equipo cercano conocían de la gravedad de la problemática nacional que el régimen de Enrique Peña Nieto les dejaría, una nación devastada en todos los niveles. 

Muchos esperaban con expectativa la alternancia en el poder, concretamente porque por primera vez en la historia del país llegaba un personaje de la izquierda y con un alto grado de credibilidad y apoyo popular, un importante capital político. Son dos meses al frente de un país complejo, azotado por la inseguridad, corrupción e impunidad, además de las desigualdades sociales y la pobreza. Demasiados problemas para solucionarlos en seis años.

Muchos de los colaboradores del político tabasqueño son novatos y tendrán que aprender rápidamente porque las presiones  sociales lo apremian y lo exigen. Al combate al robo de combustible (huachicoleo) y la corrupción en Pemex, se les empezaron a acumular otros conflictos que a pesar de que López Obrador se muestra sereno, realmente lo tienen asoleado.

Sus viejos aliados políticos ya le empiezan a cobrar la factura por el apoyo electoral a Morena. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Sección 18 Michoacán inició un paro no solamente de labores, sino de obstrucción de vías férreas que paralizó el comercio de la zona sur y occidente del país e involucró al gobierno local y al federal. La acción tuvo un impacto mediático inmediato tanto a nivel nacional como internacional.

¿Gobierno dócil o tolerante?

La CNTE que se ha convertido en un verdadero grupo de presión, paralelo al del SNTE, dejo sentir su capacidad de movilización durante los 17 días que duró el bloqueó ferroviario con pérdidas de unos 20 mil millones de pesos, según estimaciones del sector empresarial. A través del método más utilizado, el chantaje, logró doblegar a un gobierno local débil, encabezado por un inepto gobernador, Silvano Aureoles, que intentó lavarse las manos en el conflicto, pero quedó exhibido por su ausencia de varios días por viaje de “trabajo” a Madrid.

En el manejo de este conflicto llamó la atención el método persuasivo del presidente López Obrador para con la dirigencia de la organización magisterial disidente. Algunas de sus exigencias de su pliego petitorio ciertamente eran válidas como el pago de quincenas atrasadas, pero aprovecharon la docilidad del mandatario que en todo momento aseguró que no utilizaría la fuerza para reprimir, actitud que incluso resultaba exasperante para algunos sectores que pedían al gobierno más firmeza para con los paristas.

En realidad nadie pidió, por lo menos no abiertamente, que se utilizara la fuerza pública para reprimir a los inconformes, sino que se aplicara el Estado de derecho para liberar el bloqueo de las vías ferroviarias, lo que no significa reprimir. Seguimos escuchando la clásica frase, hoy en voz de Olga Sánchez Cordero, titular de Gobernación, que ahora sí estamos viviendo un verdadero Estado de derecho, pero el gobierno federal se ha visto demasiado tolerante. 

Finalmente, el gobierno de AMLO aportó mil millones de pesos para levantar el bloqueo, pero la CNTE mantiene el paro indefinido en las escuelas (la dirigencia exige siete mil 500 millones para regresar a las aulas). AMLO de plano acusó de conservadora a la dirigencia magisterial por el mal trato que le dio, cuando le recordó que el gobierno es su aliado, no su rival. 

La CNTE se ha degradado en su histórica lucha contra los “charros” del SNTE y el Estado (dicen que la burra no era arisca, la hicieron a palos) y ahora López Obrador y su gobierno están pagando por los daños sufridos por “el pueblo bueno”, a menos que los integrantes de la CNTE no sean considerados parte de ese pueblo. El asunto es que el conflicto magisterial ya se extendió  a Oaxaca, otro estado dominado por la disidencia y si siguen el ejemplo michoacano y se extiende a más entidades, la estrategia oficial de solución de conflictos sociales quedaría ampliamente rebasada.

Necesaria una mejor capacidad de respuesta

Coincidencia o no, pero en ese lapso de dos semanas se abrieron otros frentes laborales en el norte del país. Más de 40 mil trabajadores de casi medio centenar de empresas maquiladoras estallaron en huelga (pedían un incremento salarial del 20 por ciento y el pago de un bono anual de 32 mil pesos) que, según los registros, alteraron la llamada paz laboral de tres décadas, pero dejaron al descubierto las precarias condiciones salariales y laborales. Algunos empresarios ya aceptaron esas reivindicaciones, otros prefirieron llevarse a sus empresas a Estados Unidos.

El gobierno morenista en tan corto tiempo está siendo sometido a una fuerte presión interna y en lo externo por las calificadoras por la situación financiera de Pemex que el martes Fitch Ratings recortó su calificación crediticia en dos escalones y la colocó en perspectiva negativa, dejándola al borde de perder el grado de inversión. La reacción de Andrés Manuel fue muy apresurada al descalificar a la calificadora.

Las agencias saben que los culpables de la mala situación de la empresa son los gobiernos anteriores que la saquearon y la dejaron quebrada (Moody´s prefirió esperar algunos meses en torno a la calificación de la deuda de Pemex), a éste gobierno le corresponde enderezar las cosas, ni hablar, pero el mandatario requiere de una estrategia de respuesta más efectiva que estridente.  

Pero el ataque de Trump vía twitter  en el que afirma que los homicidios en México en 2018 aumentaron 33 por ciento con respecto a 2017, lo que hace al país aún peor que Afganistán, por lo que insistió que la construcción del muro no se detendrá, no tuvo respuesta de López Obrador que solo dijo que respetaba. Su estrategia en su relación con su homólogo estadounidense ha quedado clara desde hace tiempo: no se subirá al ring. 

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