Política Global

El PRI y sus 90 años en sus horas más bajas; la apuesta por Narro Robles; los medicamentos pegan a la salud del doctor

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Juan Barrera Barrera

El PRI celebró este lunes 4 de marzo su 90 aniversario en medio de las horas más bajas de su historia en su representación federal (12 gubernaturas, 47 diputados federales y 14 senadores de la República), aunque en los regional y local sigue conservando una fuerte presencia que puede perder en el futuro inmediato a través de comicios en puerta.

No fue la conmemoración apoteósica a la que nos tenían acostumbrados los orgullosos y portentosos priistas; eventos coloridos, con bombos y platillos, sin faltar el besamanos. Así como se encuentra en su actual estado político el otrora partido de Estado fue la celebración: desangelada, con un escenario de un partido derrotado, avejentado. Algunas plumas suspicaces mencionaron que más bien se trataba del funeral del PRI. No creo que sea para tanto.

En la sesión de Consejo Político para conmemorar su aniversario Claudia Ruiz Massieu Salinas, con un discurso  tradicional, en el que estuvo ausente la autocrítica, pero alcanzó a balbucear algunos errores, afirmó que su partido llegaba con unidad y firmeza a su 90 aniversario. Sin embargo, de 12 gobernadores solo asistieron cinco y poco más de la mitad de los consejeros políticos nacionales (386 de 750).

La ausencia relevante fue la del ex presidente Enrique Peña Nieto, quien una semana antes, en la sesión del Consejo Político del 27 de febrero, había sido nombrado consejero político nacional. Esta decisión igualmente ha generado protestas e inconformidades al interior del PRI. La expresión Democracia Interna, no sólo rechazó la inclusión del ex mandatario en ese órgano interno, sino que pidió su expulsión.

La figura del ex mandatario es y seguirá siendo tóxica para los asuntos de su partido, que durante su sexenio fue gobernado bajo la mano del Grupo Atlacomulco (en seis años de la administración de Peña Nieto hubo un dirigente tricolor en promedio), lo convirtieron en un grupo cerrado de cuates y para los cuates, y ahora vienen las venganzas y los ajustes de cuentas políticas.  

La cabeza visible de los inconformes antipeñistas es el ex gobernador de Oaxaca Ulises Ruiz, del sector duro del priismo, de pasado muy cuestionable, se le recuerda como coordinador de la campaña interna de Roberto Madrazo en 2002, acusa a Peña Nieto y su grupo de ser responsables de “la peor derrota de su historia”  en las elecciones del 2018. Ahora pretende dirigir a su partido.

A pesar del optimismo de la senadora Ruiz Massieu Salinas de que el PRI tiene la capacidad de renovación “para seguir vigente y tener futuro”, lo cierto es que no se le ve rumbo a un partido disminuido a una tercera fuerza muy debilitada, y sin identidad ideológica, ni oferta política, avasallada por la nueva fuerza hegemónica (Morena), la Cuarta Transformación. Ni siquiera el PRI ha podido consolidarse como una verdadera oposición.

La apuesta por Narro Robles

En la elección de su nueva dirigencia nacional el PRI se juega su futuro inmediato. Se aprobó que sea el INE que se encargue de la elección interna a través del voto directo, como una señal de reconocimiento a la militancia y de apertura democrática, que busca restañar agravios a las bases tricolores que han sido continuamente ignoradas y que solo encuentran espacios en la demagogia de los contenidos  discursivos.

El PRI tiene escasos recursos para demostrarse a sí mismo que es un partido democrático como afirma Claudia Ruiz. Qué pasaría si el INE, por diversas razones (financieras del PRI y padrón de militantes no actualizado, por ejemplo) no puede organizar la consulta interna. La elección tendría que ser o por convención de delegados o por Consejo Político Nacional, terrenos en donde se presta para la manipulación e imposición. Sería el acabose total para uno de los partidos más longevos de Latinoamérica.

Se corre el riesgo de que el proceso interno “sin enconos” se frustre. Los personajes y grupos que han controlado la vida interna del PRI intentarán  quedarse con lo que queda de él. La renuncia de José Narro Robles a sus 40 años de cátedra en la UNAM le ha puesto sabor a la contienda interna priísta, pues se busca una persona diferente a los políticos tradicionales, pero el doctor no es garante de cambios profundos en un partido que puede adaptarse a los tiempos, pero sin capacidad de cambio.

Una vez más aparecen detrás del telón las viejas caras del priísmo más recalcitrante: la relación de Narro con Peña Nieto y de éste con Carlos Salinas de Gortari, tío de Claudia Ruiz. Aunque el ex rector de la máxima casa de estudios goza de cierto prestigio no le ayuda esa cercanía y menos ahora que el nuevo gobierno ha detectado “serias” inconsistencias en el sector salud, cuando fungió como titular de la Secretaría del ramo.

Peligra la salud política del doctor Narro

El doctor Narro se perfila, junto con la yucateca Ivonne Ortega aspirante a la secretaría general, como el precandidato más fuerte por el apoyo discreto  de la vieja clase política y dueños del PRI (además de Salinas, Peña Nieto, Emilio Gamboa Patrón, Manlio Fabio Beltrones, Miguel Ángel Osorio Chong y la misma Claudia Ruiz Massieu), la que llevó al despeñadero a su partido.

Del otro lado, la fórmula de los gobernadores la encabeza el Ejecutivo de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas (aún no está claro a quién llevará de compañera a la secretaría general) cuenta con el apoyo de la mayoría de los 12 mandatarios estatales y de la diputación priísta.

La pregunta es si los priístas  serán capaces de autogobernarse. El PRI demostró capacidad de recuperación de la derrota del 2002, pero la del año pasado lo dejo muy dañado por el desprestigio acumulado por la alta corrupción entre sus gobernantes y funcionarios que no supieron o no los quisieron encarar y frenar.

El doctor Narro ha combinado la docencia en la facultad de Medicina de la UNAM con el servicio público y la política que inicio de la mano del ex rector  Guillermo Soberón Acevedo. Tiene una personalidad propia, pero su trayectoria puede verse salpicada por la corrupción en la administración peñista.

La honorabilidad de Narro Robles, que el PRI pretende explotar en su resurrección política ante la sociedad mexicana, podría empañarse con el informe que en breve dará a conocer la Unidad de Inteligencia Financiera sobre graves irregularidades que ha detectado en la compra de medicamentos en el sector salud, claro, en la administración pasada, y en el entendido de que Alejandro Moreno  (Alito) es uno de los gobernadores que se han alineado con AMLO, la coyuntura priísta le será muy favorable, gracias a una pequeña ayuda externa.