- En espera del nuevo embajador de Trump
- AMLO en los pasos de EPN
- Bernardo Gómez opacó a Marcelo Ebrard
Juan Barrera Barrera
Esta semana fue muy significativa para la región latinoamericana, especialmente para dos países que tienen una importancia particular por ser dos de las economías más grandes, una en el sur (Brasil) y la otra en el norte (México). Ambos mandatarios, Jair Bolsonaro y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente, coincidieron en sus agendas diplomáticas con Estados Unidos.
La visita de Estado del populista de derecha brasileño con Donald Trump fue signo de una nueva alianza que se antoja será una relación de privilegio entre Washington y Brasilia. Y para el caso de México es un mensaje que reafirma que la relación bilateral de la potencia del norte hacia México será secundaria, no obstante los guiños amistosos que se dispensaron Trump y AMLO.
En algún momento se llegó a pensar, ingenuamente, que el ocupante de la Casa Blanca cambiaría su actitud beligerante y vulgar hacia México a decir de aquella frase cuando López Obrador fue electo presidente: “Me cae mejor que el capitalista”, en referencia a Enrique Peña Nieto, a quien de plano detestaba.
En espera del nuevo embajador estadounidense
Una de las demostraciones del desdén y la escasa importancia de Donald Trump hacia nuestro país, vecino y uno de sus principales socios comerciales (aunque en ciertos periodos la relación histórica ha sido ríspida), fue el tiempo, desde mayo del año pasado, que dejo pasar para designar a un nuevo embajador en una misión diplomática clave, que finalmente hizo está semana al proponer al abogado Christopher Landau.
Landau, cuya aprobación aún tiene que pasar por el Senado estadounidense, es un abogado conservador que no cuenta con trayectoria diplomática, pero tiene estudios sobre América Latina y su padre fue embajador en varios países del cono sur. La Secretaría de Relaciones Exteriores otorgó el beneplácito al abogado de 55 años, Christopher Landau como embajador de los Estados Unidos de América en México.
El posible nuevo representante de Estados Unidos en México es miembro del Partido Republicano y será los ojos y los oídos de Donald Trump en temas demasiado sensibles para la relación entre ambos países como migración, la construcción del muro fronterizo y la relación comercial. Lo mismo será el encargado transmitir al gobierno mexicano los mensajes, siempre duros, del mandatario estadounidense sobre esos asuntos.
Es muy pronto para formular escenarios, pero por su cercanía con el círculo duro del magnate (fue secretario de dos jueces conservadores de la Suprema Corte de Justicia, uno de ellos el polémico Brett Kavanaugh, que llegó en medio de acusaciones de hostigamiento sexual) indicaría que Landau, y ojalá nos equivoquemos, no será muy amigable, porque seguirá el guion de su jefe.
El gobierno mexicano prefiere una relación de respeto mutuo con EU. Como podemos entender esta frase. López Obrador ha dicho que la mejor política externa es la interna. La administración lopezobradorista ha decidido no meterse con Donald Trump, asì nos siga insultando, presionando para que México pague por el muro. La relación con EU será de bajo perfil. AMLO prefiere enfocarse en los asuntos internos, como también lo está haciendo Trump, con una política externa a distancia del neoyorquino.
“El gobierno de México, se lee en un comunicado de la cancillería, confía en que, de concretarse la designación de Christopher Landau, ésta contribuirá a fortalecer una relación bilateral de respeto y entendimiento mutuo”.
Tanto a Trump como a AMLO las relaciones internacionales son secundarias, no les importa tanto como lo interno y en esto México sale perdiendo, pues tenía una tradición de liderazgo en el hemisferio occidental, terreno que ahora se le está pavimentando al populista de derecha brasileño, Jair Bolsonaro.
AMLO en los pasos de EPN
Cuestionable la reunión en lo oscurito entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el yerno y asesor del presidente estadounidense, Jared Kushner, el martes en la noche en la casa del vicepresidente ejecutivo del Grupo Televisa, Bernardo Gómez, en la que estuvieron presentes el canciller Marcelo Ebrard y el encargado de negocios de la embajada de EU, John Creamer.
A veces no es entendible el discurso del tabasqueño con la práctica política. Un día arremete contra los integrantes de la mafia del poder y al otro lo tenemos cenando en la casa de uno de ellos con un enviado de Trump. Cómo debemos entender este encuentro, realizado fuera de los ámbitos específicos para ello.
López Obrador, tenemos que recordar, fue blanco de una campaña sucia, feroz en el proceso electoral de 2006 para que no ganara la presidencia de la República. Los grandes empresarios participaron directamente, contraviniendo la ley, en esa operación y Televisa fue una de las principales empresas que se prestaron para ello, de la que AMLO fue un crítico sistemático.
Ayer cuestionamos duramente la posición del ex presidente Peña Nieto y de su secretario de relaciones Exteriores, Luis Videgaray, por haber invitado a Donald Trump durante su campaña con la idea de tener un acercamiento amistoso cuando el republicano había decidido tomar a México como principal centro de agresiones para afianzar su presencia entre los sectores ultraderechistas estadounidenses. Y al final de la administración, Peña Nieto decidió otorgarle a Kushner la Orden del Águila Azteca, máxima condecoración del gobierno mexicano a un extranjero por su aporte en las negociaciones del nuevo tratado comercial, el T-MEC.
Me imagino que los seguidores de AMLO en las redes sociales se han quedado atónitos, desorientados, por el despropósito de haber tenido un encuentro en lo oscurito con Kushner. Es natural y deseable que el gobierno busque atraer inversiones, como fue el objetivo de dicha reunión, así como la aprobación del tratado comercial y un programa para contener la migración centroamericana que Washington podría financiar con 10 mil millones de dólares, pero que el escenario haya sido la casa de “un amigo común” genera sospechas y dudas.
Bernardo Gómez, asesor diplomático del gobierno
La justificación de López Obrador de por qué se eligió la casa de Bernardo Gómez para tal propósito no fue nada convincente. “Así se dieron las circunstancias, a lo mejor en otra ocasión me voy a reunir en la casa de un periodista amigo, o en la casa de un campesino, o en casa de un maestro, así se dieron las cosas. Hay también coincidencia de que se tiene amistad entre las partes, entonces fue en ese sentido de amistad entre las partes…”. AMLO está siguiendo los pasos de Peña Nieto y cometiendo los mismos errores.
Bernardo Gómez estuvo presente en todo momento, se enteró de lo conversado y de los acuerdos. Un particular tiene información que podría utilizar en favor de los intereses de su poderosa empresa. La embajadora de México en EU, Martha Bárcena, estuvo ausente en una reunión de gran importante. El martes se sentó un mal precedente para la Cuarta Transformación, a la que en lo particular no logró entender.
Las señales de AMLO son contradictorias con relación al grupo de la mafia del poder. Hace unos días utilizó la maquinaria del Estado para informar de un complot en su contra y señaló a personajes del ámbito empresarial, entre ellos Alejandro Ramírez, de Cinépolis; a Germán Larrea, de Grupo México; y Agustín Coppel, de haber financiado una campaña, ideada y operada, por un grupo que encabezaron el historiador Enrique Krauze, y el escritor Fernando García Ramírez, la cual intentó descarrilar la candidatura de López Obrador.
El presidente se ha acercado demasiado a las televisoras. A través de Banco Azteca de Ricardo Salinas Pliego, obtuvo la emisión y manejo de las Tarjetas del Bienestar, donde se depositarán los apoyos a los beneficiarios de programas sociales del gobierno federal, por la infraestructura con que cuenta la institución bancaria a nivel nacional. Y ahora se acerca a Televisa y un ejecutivo hace la tarea que le correspondería a la cancillería. Bernardo Gómez se llevó la nota y opacó a Marcelo Ebrard. Qué sorpresa sigue…