Política Global

La 4-T y el hostigamiento a la prensa; el culto a la personalidad en las redes sociales; ”Los buenos y los malos” de AMLO

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Juan Barrera Barrera

El bochornoso episodio que escenificaron el viernes pasado el presidente Andrés Manuel López Obrador y el polémico periodista Jorge Ramos, avecindado en Estados Unidos, confirmó lo que sabíamos: que al poder le incómoda tanto la crítica como la prensa de esa misma línea.

Igualmente quedó de manifiesto que en las conferencias mañaneras la regla es que el mandatario habla y los demás deben escuchar o si quieren formular preguntas tienen que observar una actitud “prudente” con respecto a su figura y a la información o datos de los varios temas que aborda día con día.

Al presidente no le gusta que lo cuestionen o que difieran de su ideología o de los resultados de sus políticas: Jorge Ramos, para decirlo en palabras del deporte que práctica, le mandó varias bolas y no pudo conectar ninguna. AMLO terminó ponchado por el estilo agresivo de Ramos en un tema sensible: el número de víctimas en lo que va de su administración. El secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, le dio la razón al reportero. 

Podemos estar en desacuerdo con el estilo agresivo de Jorge Ramos, pero hizo lo menos que puede hacer un periodista: preguntar, cuestionar, confrontar datos, información, etcétera. Eso es lo que no le gusta a López Obrador, que lo confronten, que lo contradigan y que quedara exhibido por no tener la información precisa o no por no haber confirmado la que sus colaboradores le proporcionaron. 

Jorge Ramos semanas antes había sido detenido ilegalmente en Venezuela luego de una entrevista igualmente aguda con Nicolás Maduro que dio por terminada porque no le gustó un video que había tomado el reportero en donde se ve a un joven venezolano comiendo basura, como una evidencia de la crisis humanitaria que vive el país sudamericano y que el gobernante lo niega. 

El reportero de Univisión fue liberado por el gobierno represor de Caracas gracias a la intervención del gobierno de López Obrador, gesto que Ramos le agradeció de entrada.

Del culto a la personalidad a hostigamiento digital 

AMLO pierde los estribos con suma facilidad y acaso esa situación lo hace decir palabras que tal vez le salen sin pensarlas, como la del lunes cuando dijo una frase que dio nota y ha generado polémica, y que muchos asumimos como amenaza. Dijo en su conferencia en referencia a los reporteros que no sólo eran “buenos periodistas, son prudentes. Si ustedes se pasan, pues ya saben ¿no? lo que sucede. Pero no soy yo, es la gente. Hay mucha inteligencia en nuestro pueblo”, remató.

¿A qué diablos se refería con “Si ustedes se pasan, pues ya saben ¿no? Lo que sucede”. Bueno ya sabemos lo que sucede si algún reportero formula alguna pregunta crítica que resulté incómoda: será condenado a la hoguera de las redes sociales, de los bots, youtubers, al escarnio de esos seguidores, o fanáticos o practicantes del culto a la personalidad de AMLO. 

Al día siguiente aclaró, López Obrador, que algunos malinterpretaron su mensaje sobre los periodistas, pues se tomó como una represalia, como una amenaza e insistió en que no habrá censura por parte del gobierno. Sin embargo, el presidente le dio la vuelta al tema que era el del hostigamiento hacia los representantes de los medios por escuderos de la 4-T que no soportan una pregunta incómoda ni con el pétalo de una crítica.

López Obrador no cuestiona ni condena esa hostilidad digital creciente en las “benditas redes sociales”, de las que también él fue víctima en la elección presidencial del 2012. López Obrador se lava la cara cuando dice “no soy yo, es la gente”. Bajo la idea maniquea de que el pueblo lo protege sigue abriendo la brecha entre buenos y malos y dividiendo al país.

El presidente López Obrador es omiso y eso lo hace cómplice al no cuestionar, a sus seguidores digitales, cuya responsabilidad, entre otras, es mantener un clima de convivencia y su posición tolerante con los instigadores es grave porque cientos de usuarios sienten que les está otorgando un “derecho” para defender a su líder de la peor de las formas.

Para la organización defensora de los derechos de los periodistas Artículo 19, el mensaje que envía el presidente “es una autorización para realizar cualquier ataque u hostigamiento contra los periodistas”. Esas masas amorfas, acríticas, lejos de hacerle bien al presidente tienden a alejar a muchos seguidores que creyeron en su proyecto.

En realidad, AMLO ha tenido el reconocimiento de no pocos articulistas que no son militantes de Morena, pero reconocen la lucha social tenaz y la trayectoria política del tabasqueño, en especial en los tiempos en que los medios de comunicación, salvo algunas excepciones, eran sus enemigos feroces, las televisoras sobre todo. Esas plumas críticas también ya las empieza a perder.

Descalificar o derecho de réplica

La relación de la 4-Tcon la no ha quedado lo suficientemente clara. Lo que el presidente ha recalcado es que no se quedará callado si lo tratan de defenestrar. Argumenta derecho de réplica. Muy bien, pero en ocasiones, las más de las veces, a las críticas de especialistas de reconocida seriedad y apartidistas, responde con calificativos, con ataques (son fifís, neoliberales, mafia del poder, conservadores).

El gremio no es enemigo de AMLO. En una de las mañaneras una reportera le recordó que los periodistas son trabajadores, no los dueños de los medios. Los periodistas no son los que determinan la posición editorial de sus respectivos medios de comunicación. Su vocero, Jesús Ramírez se lo puede corroborar.

Y cuando la misma reportera cuestionó al mandatario en el sentido de que su actitud hostil hacia la prensa abonaba al clima de inseguridad del gremio, considerando que México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio de la profesión (el 99% de los asesinatos y ataques a periodistas están impunes, según Reporteros sin Fronteras), la respuesta de López Obrador fue más de lo mismo, que reconocía la labor importante de los periodistas, que en su gobierno no habrá censura y que él solo ejercería su derecho de réplica y que lo único que quiere es un diálogo circular con los medios de comunicación.

En sus conferencias mañaneras no hay día en que no se registren descalificaciones y esa actitud no contribuye a la construcción de un ambiente seguro que garantice la libre expresión.