Política Global

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  • Proyecto de integración europea de defensa
  • Preocupación en Washington y en las empresas armamentistas
  • Hacia la formación del ejército europeo 

Juan Barrera Barrera

La Unión Europea se prepara para hacer frente a la escalada conflictiva entre las superpotencias, derivadas por la guerra comercial y la lucha por la supremacía geoestratégica entre Estados Unidos y China, por un lado, y con Rusia por el otro.

El presidente estadounidense no se da abasto, aparte de los problemas internos, busca afanosamente desestabilizar política, militar o económicamente a países o regiones. Amenazas van y vienen. Ahora tiene puesta la vista, con las armas, a Irán, así lo indican las maniobras militares que la potencia realiza en Medio Oriente y reducir la creciente presencia de China y Rusia en la zona.

Ahora vuelve a mirar hacia sus otrora aliados, los países de la Unión Europea, para amenazarla por la búsqueda de su independencia en seguridad y defensa estratégicas. A Donald Trump no le gusta la posibilidad de que sus socios transatlánticos se salgan de su control de defensa que ejerce a través de la OTAN.

Las relaciones entre Estados Unidos y el bloque comunitario se han ido contaminando, de tal suerte que hace un año aproximadamente empezó a surgir en el viejo continente la idea y la posibilidad de crear un ejército europeo y sacudirse la tutela de la OTAN.

El mes anterior, el Parlamento Europeo dio el visto bueno provisional a la creación de un Fondo Europeo de Defensa de 13 mil millones de euros para el periodo 2021-2027. Ese es el malestar de Washington con el bloque europeo que se ahonda con el proyecto Cooperación Permanente Estructurada (PESCO, por sus siglas en inglés) mediante el cual 25 países europeos han iniciado 34 proyectos de armamento.

En riesgo industria armamentista estadounidense

La reacción del Departamento de Defensa estadounidense, según ha trascendido, ha sido muy agresiva y amenaza con medidas comerciales y políticas si Bruselas mantiene su interés de desarrollar proyectos europeos de armamento sin contar con países terceros que incluye a Estados Unidos.

En una carta del Departamento de Defensa, fechada el 1° de este mes, revelada este lunes por el diario español El PAÍS, “expresa su enorme preocupación por unas normas que, según Washington, ´suponen una drástica marcha atrás después de tres décadas de creciente integración de la industria de defensa transatlántica´ y puede dañar ´la constructiva relación entre la OTAN y la UE´”.

Donald Trump ha cuestionado a Europa por no destinar más recursos para su defensa (Estados Unidos aporta 460 millones de euros anualmente para gastos de defensa, mientras que la UE 210 mil millones), incluso llegó a afirmar que sacaría a su país de la organización regional de defensa. Washington lleva mucho tiempo reclamando que la Unión Europea dedique más recursos a su defensa.

Es comprensible la preocupación de Washington por la aprobación del Fondo Europeo de Defensa y por las condiciones generales de la PESCO, ya que permite que participen empresas extracomunitarias, pero exige que la propiedad intelectual del proyecto sea exclusivamente europea y no permite que terceros países impongan controles a la exportación del armamento construido por lo que teme que dejen fuera a las empresas estadounidenses a través del derecho de veto que impone la PESCO.

Los proyectos de defensa europeos han encendido las alarmas en Estados Unidos, porque en los hechos ponen en serio riesgo a la industria armamentista estadounidense que mantiene hegemonía en ese mercado, ya que el 81 por ciento de sus empresas controlan el valor de los contratos de defensa en Europa, según la Comisión Europea.

Los socios europeos saben de las consecuencias que su iniciativa puede traerles, ya que el gobierno estadounidense puede imponer restricciones similares a las empresas europeas por el impacto multimillonario, pero la UE está decidida a seguir adelante con sus proyectos que agrandan aún más las diferencias transatlánticas.

Hacia el ejército europeo

Pero lo que escalaría más la tensión entre la administración Trump y los dirigentes continentales del bloque europeo es la idea que van madurando en aquel lado del Atlántico de que los proyectos armamentistas europeos van en dirección de la creación de un ejército común, que modificaría su situación estratégica y la correlación de fuerzas militares globales.

Por muchos años, décadas, Europa se protegió bajo el manto de defensa de la OTAN y con la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y del bloque socialista, el Pacto de Varsovia (contrapeso de la OTAN, ambos creados después de la Segunda Guerra mundial) por ende dejo de existir y muchos de esos países se adhirieron al organismo occidental para defenderse de cualquier acción militar de Rusia.

Los líderes europeos anteponen el multilateralismo frente al unilateralismo de la Casa Blanca que ha trastocado las relaciones transatlánticas, y el proyecto de un ejército común europeo, idea que encabezan Emmanuel Macron y Ángela Merkel, para dejar de depender de la tutela de seguridad de Estados Unidos, representa un desafío para la doctrina supremacista de Trump de América Primero.

La creación de un ejército de seguridad y defensa europeo es una vieja idea que data de los años cincuenta a iniciativa de Francia, pero no pudo ser ratificado, ahora sin embargo, dado los cambios y peligros externos (el terrorismo, por ejemplo) hay consenso de la mayoría del club comunitario de contar con una institución castrense en los próximos años.

Sin duda, la Unión Europea ha dado un gran paso en su integración, ahora de defensa y seguridad. Pero no será una tarea fácil, pues son muchas las opiniones e ideas sobre el concepto estratégico entre los socios para desarrollar capacidades propias, pero sobre todo, el debate público de hacia dónde quiere ir la Unión Europea, en medio de turbulencias entre superpotencias.

Lo que si no puede hacer la Unión Europea es quedarse cruzada de brazos.