Si me permiten hablar

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Gas nuestro de cada día

Ana Celia Montes Vázquez

Ni cabe duda que las pequeñas acciones de la cotidianidad contribuyen a que nuestra existencia sea más fácil y llevadera en todos los aspectos, lo cual también tiene como consecuencia que nos olvidemos de esos detalles que son los que accionan ese conforto diario y ya se dé por hecho que ahí están y siempre estarán a nuestra disposición, máxime si se trata de servicios que pagamos. Pues bien, resulta y sucede que ahora lo estamos padeciendo desde hace días, por lo menos en la Ciudad de México y cierta parte del área metropolitana mexiquense. ¿La razón? El paro laboral de varias empresas distribuidoras de gas.

Así es y aunque la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum haya declarado que no había conflicto alguno y que se garantiza el abasto de este energético doméstico sigue, reflejando, ya, consecuencias más allá de los continuos bloqueos en la vía pública, mismas que se perciben en la angustia en muchos hogares a causa del suministro de gas LP porque ya no pasa ni el camión gasero estacionario ni el de los cilindros, amén del incremento del respectivo precio.

¿¡Tanto así de angustiante el asunto!? Por supuesto, pues resulta un hecho innegable y objetivo el que sin gas la vida diaria se atora al no disponer de agua caliente para el baño diario e ir presentable a trabajar y a todas las actividades, por ejemplo, y ni qué decir de los sagrados alimentos, que por muy útil que sea el horno de microondas o el horno eléctrico, o de perdida una parrilla eléctrica, no se compara al sazón y cocción adecuada, y si no que lo digan las autoridades en la materia: Las mamás y abuelitas, sí esas mismas mujeres depositarias de la cultura culinaria mexicana que a diario nos deleitan con platillos nutridores de nuestro organismo y de nuestra alma imprimiéndolo como un amable recuerdo de olor y sabor.

Y por si todo lo anterior fuera poco, también está el hecho contundente e inobjetable es que la actividad productiva se ve afectada. Esa misma actividad laboral traducida en fuentes de trabajo relacionadas con alimentos preparados, estéticas, lavanderías, tintorerías y hospitales (actividad esencial, por cierto), las cuales requieren del gas doméstico para realizar sus funciones a cabalidad y con ello también echar a andar la economía de otros negocios y de personas que lo requieren. En otras sencillas y llanas palabras, sin gas LP no pueden trabajar y sobrevivir varias empresas, sean del tamaño que sean, teniendo como catastrófica consecuencia el que se vean más golpeadas en sus ingresos disminuidos por el pandémico coronavirus.

Ahora bien, tanto alboroto gasero también da a pensar que existen otros intereses como el de justificar el alza del costo del susodicho energético y, tal vez, de alguna manera boicotear la empresa gubernamental Gas Bienestar cundiendo el pánico entre la población y también la idea de que es López Obrador quien sube el precio del gas, como si no hubiera una Comisión Reguladora de Energía o el presidente mismo estuviera personalmente cerrando la válvula de gas y poniéndole precio.