Ciudad de México.- México está listo para cerrar 2021 con un repunte del producto interno bruto (PIB) de 5.8%, lo que deja una brecha de producto aún considerable saliendo de la recesión inducida por la pandemia en una economía que ha tenido un historial de bajo crecimiento del PIB.
Al tiempo que el presidente Andrés Manuel López Obrador entra en la segunda mitad de su mandato de seis años, consideramos que continuará con una gestión macroeconómica cautelosa que ha limitado el aumento de la deuda y de los déficits, con una deuda neta del gobierno general que se mantendrá estable en torno a 46% del PIB durante los próximos tres años.
Confirmamos nuestras calificaciones soberanas de largo plazo en moneda extranjera de ‘BBB’ y en moneda local de ‘BBB+’ de México.
La perspectiva sigue siendo negativa, lo que indica el riesgo de que bajemos las calificaciones debido a más pronunciados pasivos contingentes asociados con el manejo de los complejos desafíos fiscales de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE), o debido a la incertidumbre en el entorno empresarial que mantendría un débil crecimiento.
Acción de Calificación
El 7 de diciembre de 2021, S&P Global Ratings confirmó sus calificaciones soberanas de largo plazo en moneda extranjera de ‘BBB’ y en moneda local de ‘BBB+’ de México. La perspectiva de las calificaciones de largo plazo se mantiene negativa. Al mismo tiempo, confirmamos nuestras calificaciones de corto plazo en escala global de ‘A-2’. Nuestra evaluación de riesgo de transferencia y convertibilidad (T&C) se mantiene en ‘A’.
La perspectiva negativa indica la posibilidad de una baja de calificación durante el próximo año debido a un perfil fiscal potencialmente más débil, dadas las presiones de los pasivos contingentes relacionados con la magnitud del potencial apoyo extraordinario a las empresas propiedad del gobierno, Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en el contexto de una base tributaria no petrolera comparativamente baja y menos espacio fiscal.
La gestión macroeconómica cautelosa y un mejor diálogo entre las partes del T-MEC (el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) sobre el fortalecimiento de la resiliencia de la cadena de suministro y los vínculos transfronterizos deberían respaldar la inversión y la confianza de los inversionistas en México. Sin embargo, la reversión de algunas políticas o la renegociación potencialmente áspera de algunos contratos, particularmente en el sector energético, o un debilitamiento de instituciones clave, como el de Banxico, el banco central de México, podrían disminuir la confianza de los inversionistas. El revés resultante podría complicar la ejecución de la política, pesar sobre la estabilidad de la política y llevarnos a bajar las calificaciones.
Por el contrario, una gestión económica eficaz que mejore la confianza de los inversionistas y fomente la inversión privada podría mitigar la debilidad estructural de las expectativas de crecimiento del PIB, lo que a su vez ayudaría a reforzar las finanzas públicas. Las iniciativas políticas para impulsar la flexibilidad presupuestal y ampliar la base tributaria no petrolera aunado a las medidas para contener los potenciales pasivos contingentes que representan las empresas propiedad del gobierno en el sector de energía, podría prevenir una erosión del perfil financiero del soberano. Podríamos revisar la perspectiva a estable durante el próximo año en tal escenario.
Las calificaciones de México se basan en las fortalezas y debilidades de su democracia, la cual ha generado estabilidad política y cambios regulares de gobierno en las últimas dos décadas. En todo momento, el apoyo político a una gestión macroeconómica cautelosa ha apuntalado políticas fiscales y monetarias prudentes y un régimen cambiario flotante. Estos aspectos son clave para nuestra evaluación de la calidad crediticia del soberano y han mantenido la confianza de los inversionistas, así como el acceso a los mercados de capitales internacionales, incluso en periodos de tendencias adversas a nivel mundial. La credibilidad del banco central independiente de México y su política monetaria de metas inflacionarias tienen un rol importante. Los cambios en algunas políticas internas, especialmente en el sector energético, en los últimos años han dañado la confianza empresarial y han suscitado inquietud sobre la previsibilidad de las políticas. Lo que, a su vez, probablemente haya limitado un mayor crecimiento del PIB.
A pesar de la sólida gestión macroeconómica en las últimas décadas, México no ha logrado un dinamismo económico similar a otros mercados emergentes. Esto ha llevado a una mayor polarización en el país entre partidos políticos tradicionales y más coaliciones o movimientos antisistema. En nuestra opinión, la pandemia afectó de manera negativa el crecimiento de México, el cual ya estaba presionado, y esperamos que el crecimiento del PIB real per cápita se mantenga por debajo del de sus pares, con un nivel similar de desarrollo económico en 2021 a 2024. Esto a pesar de los beneficios del T-MEC y de las tendencias de acercar las operaciones, que deberían beneficiar a México.
Consideramos el supuesto de un compromiso continuo con decisiones de política monetaria sólidas, independientes y oportunas en medio del repunte actual de la inflación local e internacional, y al tiempo que la Reserva Federal de Estados Unidos ajusta el curso de su política con cierta reacción en cadena sobre la volatilidad de los mercados emergentes. Además, esperamos que los déficits fiscales moderados en general mantengan estable la deuda neta del gobierno general durante los siguientes dos años. Las calificaciones actualmente incorporan pasivos contingentes limitados, a pesar de que esperamos un respaldo extraordinario casi cierto del gobierno en caso de ser necesario para Pemex y CFE (ambas con un perfil crediticio individual mucho más débil que el del soberano).