- La Celac ante el reto de enfrentar unida la ofensiva de Trump
- Destacada actuación de Sheinbaum Pardo, momento de retomar liderazgo
- Sin acuerdos concretos y viables, el fracaso está asegurado
La IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) que se celebró esta semana en Tegucigalpa, Honduras, cayó como agua de primavera en los momentos en que el mundo se encuentra convulsionado por las políticas comerciales agresivas y regresivas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
El encuentro de países del hemisferio occidental tiene importancia también porque se deben buscar mecanismos de defensa, de unidad, de integración económica ante una nueva ola de agresiones del movimiento supremacista estadounidenses que promueven el falaz argumento de la victimización, acusando a las demás naciones de aprovecharse comercialmente de la potencia.
En ese contexto de reorganización del imperialismo estadounidense, la idea de potenciar los regionalismos para la defensa de las soberanías que se verán asediadas por el reordenamiento que pretenden imponer los Estados Unidos con el nuevo orden económico internacional. Por ello resalta el discurso de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.
El momento de México de retomar liderazgo
La mandataria mexicana expuso que “Hoy más que nunca, es un buen momento para reconocer que América Latina y el Caribe requieren de unidad y solidaridad de sus gobiernos y de sus pueblos, a fin de fortalecer una mayor integración regional, siempre en el marco del respeto mutuo y la observancia de la soberanía e independencia de nuestros países”.
Llevó Sheinbaum Pardo una propuesta concreta que coincide con el proyecto de su administración: convocó a una cumbre por el bienestar económico de América Latina y el Caribe para hacer realidad una mayor integración económica regional sobre la base de la prosperidad compartida y “el respeto a nuestra soberanía a los pueblos latinoamericanos y caribeños”. La propuesta fue bien recibida, falta llevarla a cabo.
La mandataria mexicana tocó un tema ineludible, la situación actual en que se encuentran la mayoría de los países de la zona latinoamericana: la relación comercial ya sea bilateral o con bloques regionales (los BRICS y el Mercosur, entre otros).
Sobre los acuerdos comerciales como el T-MEC entre México, Canadá y Estados Unidos, subrayó que el objetivo de la cumbre es abordar el tema de las complementariedades que tienen los países y cómo se puede ampliar la relación económica. “Nosotros tenemos un acuerdo comercial con Estados Unidos y hay una integración económica muy importante, pero es relevante preguntarse si no se requiere diversificar los mercados y los países con los que se tiene relación”.
El escenario latinoamericano es, asimismo, un momento oportuno para que México retome su lugar histórico, de liderazgo indiscutible, entre los países de la región, presencia que ha venido perdiendo paulatinamente desde el gobierno de Vicente Fox. Es hora de mirar seriamente hacia Centro y Sur de América, sin descuidar la relación con los países del norte. Difícil será mantener los equilibrios, pero es mejor tomar la iniciativa y asumir riesgos que quedarse pasmados.
No repetir recetas del fracaso: Xiomara Castro
La región latinoamericana había tenido un periodo de fortaleza cuando los mecanismos democráticos se fueron ampliando, afianzando y de tal suerte que llegaron a la coincidencia de crear organismos como la Celac, que fue construida como un muro de contención a las políticas agresivas del gobierno de Washington y como un instrumento de diálogo político que permita a la región actuar como un bloque en el concierto mundial, paralelo a una decadente OEA.
Sin embargo, también es una realidad que nuestras naciones latinoamericanas han pasado por vicisitudes políticas marcadas por la división y confrontaciones ideológicas que no permiten un diálogo fructífero que tienda a estructurar una verdadera propuesta de unidad e integración Latinoamérica.
Por décadas se ha escuchado esa frase que la mayoría de los 33 asistentes a la IX Cumbre de la Celac, celebrada en Tegucigalpa, de la imperiosa necesidad de llegar al sueño bolivariano entre los pueblos de la región, sin embargo, esos esfuerzos han quedado truncos o en buenas intenciones, y para algunos líderes no representa más que una quimera.
La presidenta de Honduras y anfitriona (entregará la presidencia pro tempore a su homólogo de Colombia, Gustavo Petro), Xiomara Castro, hizo hincapié en esa cruda realidad regional cuando dijo que “no podemos seguir caminando separados cuando el mundo se reorganiza sin nosotros, pero tampoco podemos unirnos repitiendo las recetas del fracaso”.
La Celac sin propuesta y debilitada frente a Trump
Efectivamente, estas cumbres han servido de poco para la solución de problemas concretos entre los países miembros. No pasan de discursos o buenas intenciones, han pesado más las inercias y la falta de voluntades políticas. El carácter ideológico de los gobernantes también es un factor que no ayuda a distender las diferencias entre los gobiernos latinoamericanos.
Los países del hemisferio occidental llegaron a la Cumbre Latinoamericana en medio de una convulsa coyuntura política y económica global, atizada por la guerra comercial de Estados Unidos contra el mundo, fragmentada y sin una estrategia común para hacer frente a la nueva ofensiva comercial de Washington de incremento del 10% de aranceles a las exportaciones de la mayoría de los países y deportaciones masivas de migrantes.
La unidad e integración económica de Latinoamérica ya no debe perder tiempo en reuniones vacías. Los líderes deben mostrar liderazgo y capacidad para llegar a acuerdos concretos, reales y viables (es interesante el acercamiento entre Brasil y México, las dos economías latinoamericanas más grandes, y de economías opuestas), de lo contrario el fracaso estará asegurado y nuevamente los pueblos sufrirán las frustraciones, mientras las potencias se reestructuran aprovechando la crisis geopolítica.