El gallo de oro ya no canta: una fábula mexicana
Mario Sandoval Chávez
Juan Rulfo escribió *El gallo de oro* un cuento de finales de los 50s y que fue publicado en 1980 como una tragedia mexicana en tres actos: ilusión, traición y destino. A manera de adoración libre hago la siguiente y breve fábula.
Dionisio, su protagonista, encuentra un gallo herido, lo cuida, lo hace fuerte y apuesta todo por él. El gallo gana. Luego pierde. Luego muere. Como en tantos pueblos, lo que parecía una oportunidad acaba devorado por el entorno: por el juego, por la codicia, por el país mismo.
Hoy, México vive su propia versión de *El gallo de oro*. Porque “Hecho en México” ya no significa soberanía ni potencia. Nuestro gallo se viste de colores nacionales, pero come alimento importado. Las piezas de su maquinaria vienen de China, el maíz de Estados Unidos, los fertilizantes de Rusia y los chips de Taiwán. Sin ellos, el gallo no canta.
En el sur, los campos y ganado están fuertemente amenazados por el gusano barrenador, el cual amenaza cosechas y vida animal, sin una estrategia nacional de contención. Se avisó desde 2022. Se ignoró. Hoy, la FAO y productores de Chiapas y Oaxaca reportan más de 10 mil hectáreas en riesgo. Los USA cerraron la importación y los ganaderos norteños están perdiendo dinero y evitando contagio. Pero eso no llena boletines, ni sirve para la campaña de propaganda.
Mientras tanto, en Washington se discute la aprobación de un impuesto federal del 5% a las remesas hacia países con flujos migratorios no regulados. El Senado americano podría aprobarlo en diciembre de 2025. Y si eso ocurre, el gallo también dejará de recibir la apuesta de millones de mexicanos que hoy envían cerca de 63 mil millones de dólares al año a sus familias. Eso es más que lo recaudado por Pemex en 2023.
Y mientras el gallo también pelea por justicia, el partido en el poder quiere que el voto popular elija jueces, como si los tribunales fueran palenques. Las expectativas no podrían ser más bajas: más polarización, menos independencia, más grilla, menos ley. Se aplaude al gallo que grita más, no al que tiene razones.
Cada semana hay marchas y bloqueos en la Ciudad de México, está semana por los que se dicen maestros. Hay enojo social en Baja California por la gestión del gobierno estatal y el retiro de la visa de la gobernadora en un estado clave por lo binacional que es su relación con California. La violencia en Sinaloa, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y en general en las entidades donde el crimen organizado tiene influencia económica y política de alto perfil. Ahí si no les digan que la ley es la ley. Lo único que vale es su negocio.
Como Dionisio en el cuento, México apostó todo por un gallo. Pero no sólo no le dieron de comer: le soltaron los perros, lo encerraron en una jaula sin salida, y encima lo vendieron sin preguntar.
El gallo de oro mexicano ya no canta. Está cansado, sin espuelas, sin plumas. Pero vive.
Y quizá, si aprende a volar por sí mismo, sin pedir permiso, sin esperar subsidios ni programas sociales, ni aplaudir al domador, vuelva a cantar.
Porque el oro verdadero no está en el gallo, sino en el país que lo hizo posible.
CEO de FISAN SOFOM ENR
Banquero, abogado y empresario con más de 30 años de experiencia directiva en negocios.
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