Ciudad de México.- La nostalgia se apodera de aquellas generaciones que hacían gala de su agilidad con el yoyo, el trompo, el balero, la lotería, las marionetas y colecciones de juguetes hechos de madera.
El Día de Reyes era la fecha idónea para salir a presumir uno de estos regalos, que hoy en día se hacen menos presentes entre las familias mexicanas.
Si bien los inventos tecnológicos como dispositivos móviles, videojuegos y hasta muñecos robotizados han ganado terreno, los juguetes artesanales pelean por robar el corazón de algún niño.
Datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) revelan que 94% de los niños prefiere los videojuegos como regalos para la Navidad o el Día de Reyes, mientras que los baleros, trompos y yoyos son mencionados como favoritos entre sólo el 35 por ciento.
El mercado de artesanías de la Ciudadela es un ejemplo que recupera la tradición por trompos, baleros, yoyos, pirinolas, guitarras y caballitos, finamente tallados en madera y pintados a mano con colores vivos.
El precio de un juguete artesanal puede ir desde los 25 hasta los 150 pesos, siendo el más caro el balero labrado, mientras que una consola de videojuegos cuesta desde 595 hasta los mil 299 pesos.
Los municipios que preservan la tradición artesanal de fabricar estos artículos son Santa María Rayón, en el Estado de México, y Quiroga, en Michoacán.
En la localidad mexiquense existen al menos 650 artesanos y comerciantes, quienes elaboran los juguetes con distintas técnicas, que van desde la pintura hasta el grabado fino, principalmente baleros, trompo, el yoyo y la matraca.
Quiroga es considerado uno de los centros artesanales más importantes de Michoacán, debido a que en sus calles se puede observar que hay diversos artículos en madera, alfarería, popotillo, tule y chuspata.
Los productores michoacanos tienen un catálogo de 80 piezas de juegos artesanales y además de los tradicionales se pueden encontrar otros como guitarras, tráileres y coches, muebles en miniatura, caballitos de palo o mecedores y hasta futbolitos.