La UNAM, ni de izquierda ni de derecha
Norberto Vázquez
De acuerdo con la publicación QS Ranking, la UNAM es la mejor universidad de México y la segunda mejor institución en América Latina
Mi gratitud siempre será infinita. En ese espacio que pasé cuatro años de mi vida constaté su pluralidad, su diversidad de visiones, y su importancia académica para generar personas pensantes, integras, y comprometidas no sólo con el porvenir del país, sino con la calidad social con que se desarrolla la humanidad en el contexto global.
Durante mi estancia en sus aulas, jamás escuche a un docente siquiera insinuar que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) era una fábrica de presuntos potentados que eran educados para oprimir a su sociedad. Por el contrario, ahí escuche y entendí, que se brindaba la oportunidad a miles de estudiantes para que se convirtieran, en sus diferentes áreas, en personas de bien dentro de una sociedad necesitada de cambios constantes para generar su desarrollo social, político y económico.
Y hay que presumirla. De acuerdo con la publicación QS Ranking, la UNAM es la mejor universidad de México y la segunda mejor institución en América Latina, apenas detrás de la Universidad de Buenos Aires.
Entre los criterios en que la UNAM resalta, se encuentra el renombre de sus académicos, ya que la mayoría de ellos cuenta con estudios de posgrado y forma parte del Sistema Nacional de Investigadores.
Por si fuera poco, por su tamaño y carácter universitario, la máxima casa de estudios es un centro donde se conjugan distintas partes de la sociedad nacional e internacional, ya que recibe a miles de académicos, estudiantes y trabajadores de todas las regiones del mundo.
De este modo, la universidad se ha transformado en un microcosmos donde coexisten personas de todo tipo, de modo que los estudiantes amplían sus horizontes culturales y sociales. Es cosmopolita, no es de izquierda ni de derecha.
Tiene historia. Se fundó en el siglo XVI y su primer domicilio estuvo localizado en un edificio entre las calles de Corregidora, Erasmo Castellanos y Pino Suárez –donde actualmente se levanta el Palacio de la Suprema Corte de Justicia– en el Centro Histórico de la capital.
En 1910, el presidente Porfirio Díaz decretó la conformación de la Universidad Nacional de México. Sin embargo, esto sucedió hasta 1929 cuando Emilio Portes Gil era presidente. En ese entonces, aquel recinto recibió el título de Universidad Nacional Autónoma de México.
Su actual sede, Ciudad Universitaria (CU), se inauguró en 1953. Sus principales construcciones son la Torre de Rectoría, la Torre II de Humanidades, la Biblioteca Central, el Estadio Olímpico (hogar de los clubes de futbol y futbol americano Pumas) y el Museo de las Ciencias (Universum), entre otras.
Aquí no hay banderas ideológicas. Los Programas Universitarios de la UNAM, por ejemplo, son entidades que coordinan y promueven investigaciones multidisciplinarias. El enfoque multidisciplinario es una manera de hacer ciencia con la participación de especialistas de distintas disciplinas, cada uno aporta su forma particular de abordar el problema, sus métodos y conclusiones.
Su aportación es indispensable, muchas de las problemáticas que enfrenta el país son complejas como la contaminación del ambiente, la seguridad alimentaria, el aprovechamiento de la energía, entre otros grandes dilemas nacionales.
Recuerdo mi primer evento para cubrir como reportero, y fue precisamente un encuentro de investigadores de la UNAM que se desarrolló en La Trinidad, Tlaxcala. Ahí estaban Fátima Fernández, Florence Toussainte, Carmen Gómez Mont, Beatriz Solís y Guillermina Baena Paz, entre otras personalidades de la investigación social en México.
Durante el cierre del encuentro, se desarrollaron preguntas de los reporteros al panel de académicos donde estaba la plana mayor de investigadores. Ahí les planteé en diversos cuestionamientos, como transformar las investigaciones que desarrollaban, en políticas públicas concretas para el progreso del país y beneficios en la gente. La controversia se desató, quedando de manifiesto que muchas veces los políticos cierran las puertas a una conexión entre lo académico y lo político. Para el burócrata común, lo inmediato siempre será lo más importante.
Pero la UNAM siempre ha estado ahí. Buscando resolver problemas sociales desde diversos enfoques, donde hoy más que nunca, se requiere la interacción entre científicos de diferentes áreas, así como incluir a la sociedad.
La UNAM es, y lo será, una institución alejada de los dichos políticos. La misión de la UNAM es impulsar redes de investigación multidisciplinaria a partir de la formación de académica y la vinculación entre grupos de investigadores, instituciones públicas y privadas, con el fin de atender problemáticas de impacto social. La UNAM, no se politizará nunca.