Tras dos semanas de discusiones, la COP26 llegó a distintos acuerdos para reducir el uso de combustibles fósiles y las emisiones de gases de efecto invernadero. Pese a los compromisos acordados, existe mucho escepticismo sobre su cumplimiento y si son suficientes para lograr reducir los efectos de la crisis climática
José Ma. Gijón
Tras años de discusiones a nivel global para atender la crisis climática desatada por el calentamiento global, con cumbres internacionales y firmas de acuerdos para reducir emisiones que han resultado insuficientes para contener la emergencia, la Organización de Naciones Unidas (ONU) advirtió que es imprescindible generar resultados a corto plazo para paliar los efectos catastróficos de la contingencia ambiental.
Bajo esta premisa, al cierre del pasado mes de octubre dio inicio la edición número 26 de la Conferencia de las Partes (COP 26) en Glasgow, Escocia, donde más de 130 jefes de Estado y miles de diplomáticos se reunieron para establecer nuevos acuerdos destinados a una drástica reducción de emisiones producto de la quema de carbón, petróleo y gas.
La primera edición del evento se realizó en Berlín en 1995, con los países que accedieron a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, ratificando el compromiso a combatir los efectos de la interferencia humana en el sistema climático mediante la estabilización de los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
La premura por la realización de nuevos compromisos este año se debe a que, de acuerdo con un reporte de la ONU publicado en agosto, los eventos climáticos extremos en el hemisferio norte durante el verano de 2021 indicaron que el cambio climático está ocurriendo con una velocidad superior a lo previsto por los científicos previamente.
Por tanto, el objetivo central que convocó las 197 naciones participantes fue mantener el aumento de la temperatura global en el límite de los 1,5 grados Celsius, o 2,7 grados Fahrenheit, ya que de lo contrario fenómenos como las olas de calor, a escasez del agua y el colapso de los ecosistemas se agravarán de forma catastrófica.
Aunado a ello, dadas las advertencias respecto a que el calentamiento global empeorará en tanto continúe el uso de combustibles fósiles, otro de los puntos nodales en el evento internacional fue discutir plazos para llegar a la meta de cero emisiones netas.
Principales acuerdos
Al arrancar la cumbre, el secretario general de la ONU, António Guterres, fue enfático en la necesidad de recortar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en al menos un 45% para 2030 para evitar un escenario desastroso.
“Nuestra adicción a los combustibles fósiles está empujando a la humanidad hacia el borde del abismo. Nos enfrentamos a un dilema: o lo detenemos o vamos a extinguirnos. Es tiempo de decir basta de destruir nuestra biodiversidad, de matarnos a nosotros mismos con el carbón, de tratar a la naturaleza como un escusado”, aseveró.
En este sentido, uno de los primeros acuerdos logrados en el encuentro fue una alianza impulsada por la Unión Europea y Estados Unidos para reducir 30% las emisiones de metanos para 2030.
De acuerdo con los partidarios de la propuesta, la disminución de metano en el ambiente limitaría en 0,2 grados Celsius el aumento de las temperaturas para 2050, evitaría la pérdida de 20 millones de toneladas de cosechas por año y prevendría 200 mil muertes prematuras.
“En torno al 30 por ciento del calentamiento global desde la Revolución Industrial se debe a las emisiones de metano, pero es uno de los gases que podemos cortar más rápido. Y haciéndolo se ralentizará inmediatamente el cambio climático”, puntualizó la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La iniciativa, presentada durante el pasado mes de septiembre, superó el centenar de socios durante la Conferencia, entre los que destacan Colombia, Brasil, Ecuador, Chile, Togo, Vietnam, Canadá, Micronesia, Indonesia y Marruecos, entre otros. Los países firmantes representan cerca del 70% de las emisiones de esta clase.
Por otro lado, otro de los compromisos establecidos durante los primeros días del encuentro global fue la eliminación gradual del uso del carbón, el cual está posicionado como uno de los combustibles más contaminantes por su fuerte emisión de CO2.
De acuerdo con el presidente de la COP26, Alok Sharma, 46 naciones de adhirieron a la medida, incluyendo a grandes consumidores de dicho combustible como Polonia, Vietnam y Chile. Entre los grandes ausentes se encuentran los principales contaminadores: China, Estados Unidos, Australia e India.
El acuerdo tiene por meta cesar las inversiones en plantas nuevas que generen energía mediante el carbón, tanto a nivel nacional como internacional, además de descartar paulatinamente este tipo de energía en las próximas dos décadas.
«El mundo se está moviendo en la dirección correcta, preparándose para firmar la sentencia del carbón y recibir con brazos abiertos los beneficios ambientales y económicos de construir un futuro impulsado por energía limpia», indicó Kwasi Kwarteng, secretario de Estado para Negocios y Energía del gobierno británico.
Aunado a ello, los líderes de más de 100 países establecieron el objetivo de frenar la deforestación durante la década dado el papel de los bosques en la absorción del CO2 como gas clave del efecto invernadero. Las naciones adscritas representan el 85% de estos espacios en el mundo.
Brasil, Rusia, Canadá, Colombia e Indonesia están entre las naciones comprometidas a detener y revertir la pérdida de árboles y la degradación de la tierra, medida respaldada por un fondo de 19 mil 200 millones de dólares.
Por su parte, 30 instituciones financieras, entre las que se encuentran Aviva, Schroders y Axa, también se comprometerán a eliminar la inversión en actividades vinculadas a la deforestación.
De todos los acuerdos pactados, resaltó especialmente la inesperada declaración conjunta de Estados Unidos y China en la que se comprometen a incrementar la cooperación climática para la próxima década.
«Nos comprometemos a reforzar la acción climática en la década de 2020 (…) para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París», anunció en rueda de prensa el negociador chino, Xie Zhenhua.
Ambas naciones reconocieron que existe una brecha entre los esfuerzos actuales y los objetivos para limitar el incremento en las temperaturas, por lo que reforzarán las acciones contra el cambio climático mediante “planes concretos” a desplegar durante los próximos años.
Compromisos insuficientes
Pese a que la COP26 concluyó con múltiples acuerdos para incrementar las medidas contra el calentamiento global, existe una percepción generalizada de incertidumbre sobre su cumplimiento y su efectividad.
Tras finalizar con un día de retraso, el acuerdo general final de la Conferencia generó polémica al reconocer el papel de los combustibles fósiles en la crisis climática con un lenguaje diluido al último minuto.
De comprometerse a la eliminación gradual del uso del carbón se pasó a una “disminución”, lo cual fue criticado por la falta de transparencia en la modificación y alejar a los países del objetivo de 1,5 grados.
Aunado a ello, se puntualizó que, si bien se han logrado progresos en la reducción del consumo del carbón, en 2019 siguió representando el 37% de la electricidad generada a nivel mundial, situación que se prevé difícil de modificar dadas las grandes inversiones que se requieren para volver más limpios los sectores energéticos de países como Sudáfrica, Polonia e India.
En este sentido, Juan Pablo Osornio, dirigente de la delegación de Greenpeace en la Conferencia, señaló que el compromiso se queda “muy corto” respecto a las medidas necesarias para frenas los efectos de los combustibles fósiles.
«La letra chica parece darles a los países un gran margen de flexibilidad para escoger su propio plazo de eliminación (del uso de carbón) más allá del reluciente titular», afirmó.
Por su parte, Guterres de Oliveira destacó que, aunque se asuman las últimas promesas del encuentro global, el mundo está encaminado a un aumento de las temperaturas por encima de los 2 grados.
«Acojo con satisfacción el reconocimiento de este hecho en el acuerdo de cooperación entre Estados Unidos y China (…) pero las promesas suenan vacías cuando la industria de los combustibles fósiles sigue recibiendo billones en subvenciones, según el Fondo Monetario Internacional. O cuando los países siguen construyendo centrales de carbón o cuando el carbono sigue sin tener precio», subrayó.
El secretario general de la ONU insistió en que es necesario que las promesas se pongan en práctica y se conviertan en algo concreto y verificable para salvar la “profunda y real brecha de credibilidad”.
Entre los temas que se quedaron en el tintero se encuentra la constitución de un fondo de pérdidas y daños para los países más afectados por la crisis climática, propuesta a la que se oponen tanto Estados Unidos como la Unión Europea; y la necesidad de concretar la financiación de naciones en desarrollo para transformarlas en economías con bajas emisiones de carbono, misma que no se ha cumplido pese a los compromisos previos.
Se prevé que el éxito de la COP26 dependerá en última instancia de si los países asisten a la reunión del año entrante con compromisos más ambiciosos para reducir emisiones, ya que los acuerdos actuales sólo alcanzan para cubrir una cuarta parte del objetivo para 2030.