Política Global

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  • Sin dialogo ni consenso no habrá reforma eléctrica
  • Ex dirigentes adelantan negros escenarios al PRI si la avala

Juan Barrera Barrera

Es el tiempo del “nuevo PRI”. El gobierno de la Cuarta Transformación lo ha puesto en medio de la discusión nacional, le ha dado una relevancia acaso inmerecida, pero sus diputados bien valen una misa y una reforma, cuantimás. El PRI y los priístas están en el ojo del huracán. De ellos depende el futuro inmediato de la industria eléctrica nacional.

La indecisión ¿estratégica? del dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, tiene muy preocupados a sus socios políticos de la alianza “Va por México” PAN y PRD, y de paso ha profundizado la división de las opiniones en el interior de las fuerzas tricolores.

La posición en contra de la iniciativa presidencial de reforma eléctrica de parte de cinco ex capitanes del PRI, Dulce María Sauri Riancho, Pedro Joaquín Coldwell, Manlio Fabio Beltrones, Enrique Ochoa Reza y Claudia Ruiz Massieu Salinas, es una muestra de la compleja discusión que ha provocado el presidente Andrés Manuel López Obrador en las filas de ese partido.

Aunque el objetivo de AMLO va más lejos. Dividir al bloque opositor o por lo menos desestabilizarlo para que su movimiento Morena llegue más fortalecido a la cita del 2022 en las que se renovarán las gubernaturas en seis estados, y posteriormente a la meta del 2024.

Escenarios oscuros entre el priísmo

En el PRI hay dos posicione en torno a la polémica iniciativa de reforma eléctrica. La dialoguista, que lideran “Alito” y el coordinador parlamentario Rubén Moreira que pretenden que el documento sea analizado y debatido por los especialistas antes de emitir una opinión y una posición firme antes de que entre al pleno de la Cámara de Diputados para su discusión.

La otra, la radical, que encabezan en el Senado Claudia Ruiz Massieu y Miguel Ángel Osorio Chong y van sumando figuras del pasado inmediato, casi todos del círculo del ex presidente Enrique Peña Nieto. Pedro Joaquín que operó la reforma peñista desde la Secretaría de Energía, que la 4-T pretende desmantelar; y Enrique Ochoa la eléctrica desde la CFE.

¿Cómo podrían estar en contra de la reforma estructural que ellos mismos ayudaron a construir? Están en su lógica, son congruentes.

En Morena también hay división en tres bloques: los radicales que sostiene el presidente López Obrador, el director de la CFE, Manuel Bartlett Díaz y la titular de Energía, Rocío Nahle que no quieren quitarle ni una coma a la iniciativa. La dialoguista que representa el senador Ricardo Monreal que es partidario de la revisión y modificación del documento para una aprobación por consenso. La tercera, los que tienen sus reservas en la reforma presidencial, en la que estarían el canciller Marcelo Ebrard; Tatiana Clouthier, secretaria de Economía y Rogelio Ramírez de la O.

Con dificultad avanza diálogo

A pesar de las inercias en el PRIMOR las posiciones dialoguistas van avanzando, no sin dificultades que ha expuesto el presidente de la Jucopo del Senado, quien ha cuestionado a “Todas las voces externas, todas, que no tienen conocimiento y que no son legisladores y sí influyen y por eso algunas descalificaciones o adelanto de lo que se aprobará”. Por ello pidió que permitan generar los acuerdos y consensos en las Cámaras “que en esta vez no son tan fáciles”.

El llamado tuvo especial dedicatoria para Manuel Bartlett, quien ha hecho declaraciones muy ásperas que desalientan cualquier esfuerzo de dialogo. Si esta reforma se llegase a aprobar sin acuerdos conjuntos posiblemente en el corto plazo estaría corriendo la misma suerte que la reforma del 2013. Hace falta dialogo y consensos. Pero los líderes políticos y empresariales no alcanzar a ver más allá de su nariz e intereses económicos.

Se espera con prisa las definiciones del PRI y su dirigencia. Ya se lo advirtieron a Moreno Cárdenas sus antecesores. Si el PRI votara a favor la contrarreforma eléctrica “terminaría siendo solo un apéndice de Morena”. Para el PRI “significaría su verdadera extinción”. Así de dramático está el ambiente en las filas del partido tricolor.

En 2013 el PRI reformó sus estatutos para dar paso a la reforma neoliberal. Este partido realizará su XXIII Asamblea Nacional para el periodo estatutario 2021 el 11 de diciembre y ronda la percepción en el ambiente de que “Alito” podría proponer ajustar nuevamente sus documentos básicos al son de la correlación de fuerzas de la actual coyuntura.

AMLO metió en un serio aprieto histórico al PRI que está convertido en un apéndice, pero del PAN que lo refaccionó ligeramente en la actual legislatura con la alianza opositora. El PRI tendrá la tarea inmediata de recuperar su identidad que perdió hace ya un buen tiempo y este punto si no lo supera, creo, si lo puede llevar a su extinción.