Política Global

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  • PRI “abandona” el neoliberalismo, ya es de izquierda
  • ¿Hacia dónde quiere ir el partido tricolor?
  • La oposición cambia estrategia confrontativa

Juan Barrera Barrera

¿Hacia dónde quiere ir el PRI? Hace unas semanas el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, hizo una afirmación temeraria en el sentido de que tenía como tarea acabar con el PRI, justo cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador pedía el apoyo a ese partido para que apoyara su iniciativa constitucional que reforma el sector eléctrico.

Días después Delgado Carrillo intentó matizar su dicho, pero ya era demasiado tarde. Por fortuna para el morenista la frase no tuvo mayor eco. Pero nos preguntamos qué razón puede mover a un político fijarse como meta terminar con la vida política de una formación partidista. Que ociosidad, como si no hubiera otros temas más ingentes en su agenda nacional.

Los electores y la sociedad son los que se encargan de dar viabilidad o no a los partidos políticos a través del voto. Es un hecho innegable, en contraposición de lo que afirma su dirigente, Alejandro Moreno, que el PRI ha sido castigado duramente en las urnas en las últimas elecciones, de tal suerte que, de seguir con esa tendencia, el partido nonagenario estaría corriendo la suerte de otros partidos como el PRD.

El PRI partido camaleón

En su Asamblea número 23 celebrada el sábado pasado el PRI mostró su desorientación ideológica y de paso la situación real en que encuentra. Rubén Moreira, líder de la diputación priísta, declaró que ya habían “corrido a patadas el neoliberalismo que les impusieron desde el poder”. Con esta frase se suma a las críticas permanentes de AMLO sobre ese sistema, asociado con la corrupción, que impusieron al país hace unos 35 años los gobiernos del PRI y PAN.

“Por mandato de la #23 Asamblea somos un partido de centro izquierda. Somos socialdemócratas, feministas, ambientalistas, enemigos de la discriminación, progresistas, aliados de las causas populares” y todo lo que usted quiera. Con ese discurso el PRI trata de reconciliarse con sus electores y simpatizantes ¿con AMLO también? Y de disputarle a Morena su base social.

Rubén Moreira intentó jugar a la autocrítica al desmarcar a su partido del neoliberalismo, sistema que ahora es repudiado y rechazado a nivel mundial. Las consecuencias de la pandemia terminaron por hundirlo. Pero ¿quién le cree a Moreira Valdez? El PRI carece de toda capacidad moral para decirse arrepentido del neoliberalismo y ahora, para curarse en salud, se corre hacia la izquierda, haciendo gala de su tradicional simulación.

En sus documentos básicos el PRI se dice ser un partido perteneciente al espectro ideológico de la socialdemocracia y como miembro pleno, desde mediados de los años 90, de la Internacional Socialista, concepto que por lo regular ha estado ausente de la retórica de sus dirigentes.

Pero los discursos, tanto del ex mandatario de Coahuila como de Alejandro Moreno, no fueron dirigidos hacia sus bases y seguidores, sino que tuvieron un destinatario concreto, congraciare con el presidente López Obrador. Tanto el partido tricolor como su aliado el PAN han cambiado su estrategia de confrontación con el poder, pues no les ha redituado ganancia política alguna en tres años de gobierno de la 4-T, y que sólo ha beneficiado a la figura presidencial que siempre ha marcado la pauta de las discusiones en la agenda nacional.

La oposición cambia estrategia confrontativa

Por ello, la oposición aliada intenta reposicionarse en medio de sus crisis internas, de falta de liderazgos fuertes, sólidos, creíbles, de visión y rumbo, sin agenda política clara que atraiga la atención del electorado y que los mire como verdaderas alternativas opositoras, pues solo proponen más de lo mismo del pasado reciente.

Sus bases reclaman a sus dirigentes mayor apertura democrática. “Alito”, que presume su imagen de galán de telenovela y sueña con ser presidente de México, sorteó una protesta y toma de la sede nacional de su instituto político. Ahora enfrenta a un grupo de priístas críticos, del pasado reciente, que exigen la refundación de su partido. Le gusta hablar fuerte con el ánimo de causar impacto positivo entre su público, pero pocos lo escuchan.

Marko Cortés ha sido un dirigente endeble, gris que no es capaz de despertar pasiones entre sus correligionarios, pero sí rechazo a su gestión errática con relación a su estrategia confrontativa. Apenas consiguió la reelección entre fuertes críticas por el control que tiene sobre los órganos partidistas internos.

El PRD también anunció cambios en su reciente Asamblea, abandona la ideología de izquierda para convertirse en socialdemócrata, es decir, un partido socialista moderado. Realmente no hay un cambio sustantivo en esa organización que n la elección pasada estuvo a punto de perder su registro, pues apenas rebasó el 3% de la votación requerida.

Copia del Partido Verde, el camino del PRI

Morena necesita de los 71 votos de los diputados del PRI para asegurar la mayoría calificada y la aprobación de sus reformas constitucionales y que AMLO termine a tambor batiente su administración y se retire satisfecho a su rancho a escribir sus memorias. EL PRI necesita sobrevivir políticamente. En junio sumó algunas diputaciones, pero perdió ocho gubernaturas.

El próximo año habrá comicios en seis entidades, en dos de las cuales gobierna el PRI, Hidalgo y Oaxaca, podría perder ambas a manos de Morena. Sin embargo, la dirigencia priísta puede hacer válida su posición de partido bisagra y desplazar al Partido Verde de ese pedestal. Faltaría ver que la 4-T se preste al cambalache.

Ese es el camino inmediato que le queda al PRI para su sobrevivencia.