Política Global

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  • Las negaciones de las negociaciones Rusia-Ucrania
  • ¿Una retirada honrosa busca darse Putin?
  • Mariúpol será el Waterloo de Putin

Juan Barrera Barrera

Durante semanas Vladimir Putin repitió una y otra vez que no tenía la intención de invadir Ucrania, a pesar de que había concentrado a más de cien mil efectivos en la frontera con ese país. Que esa versión era falsa, que no era más que propaganda patrocinada por occidente y los Estados Unidos. Finalmente a Joe Biden le asistía la razón.

A 37 días de la invasión no se observan visos de una posible inmediata victoria de las fuerzas rusas que tenían como mandato realizar una operación relámpago, tomar la capital Kiev y ejecutar al presidente Volodímir Zelenski y a su familia e imponer un gobierno títere prorruso. Pero se llevó una gran sorpresa que tiene a Putin muy preocupado.

Los informes de prensa internacionales ya pintan a un líder ruso desesperado que un día amenaza con utilizar armas nucleares en caso de una seria amenaza a su territorio y al otro día lo desmiente. El martes Moscú habría anunciado una retirada parcial de sus unidades en dos ciudades ucranianas como botón de muestra de que asume en serio las negociaciones que ambos países llevan a cabo en Turquía.

Sin embargo, occidente ha tomado con escepticismo la posición rusa de reducción de la escalada con base en la historia reciente. Sin duda que los aliados de la OTAN y estadounidenses también quisieran que se lograra un alto el fuego sobre todo por motivos humanitarios. Ni Moscú ni Washington desean un enfrentamiento que desencadene la tercera guerra mundial.

La negación de la negociación

El martes al termino del reinicio de las negociaciones Ucrania-Rusia en Estambul, el viceministro de Defensa ruso, Alexander Fomin, había afirmado que tras las discusiones Rusia decidió “reducir radicalmente” su actividad militar en torno a Kiev y Chernigov. Sin embargo, los monitoreos registraron bombardeos con más intensidad sobre la población civil y un repliegue de tropas rusas pero con el objetivo tomar un respiro, reorganizarse y reiniciar las hostilidades, aseguran la OTAN y EU.

Los grupos de negociadores están realizando esfuerzos titánicos en medio de la intensidad y presión de la guerra lo que dificulta aún más las discusiones. Pero cuando aparece una tenue luz de esperanza, viene el balde de agua fría. En este caso provino del portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, quien echó por tierra las expectativas se las delegaciones dialogantes en Estambul, al asegurar que no hay nada prometedor o un avance. También descartó progreso alguno sobre la posibilidad de una reunión Vladimir Putin-Volodimir Zelenski, como era la percepción más optimista del asesor presidencial ucraniano, Mykhailo Podoliak

Las negaciones de las negociaciones han sido muy costosas para lograr un alto el fuego y parecería que la parte rusa se sienta en la mesa de negociaciones con el objetivo de distraer y confundir a la opinión pública para ganar tiempo en su cometido de avanzar en la toma de Kiev en la que se han topado con una verdadera muralla.

Pero no descartemos que ya por la mente de Vladimir Putin esté pasando la idea descabellada de querer darse una salida decorosa para no quedar mal ante su nación: olvidarse de Kiev y concentrar sus fuerzas invasoras en el este de Ucrania, en la zona del Donbás.

Es la otra guerra, la de la información-desinformación o guerra hibrida. Los siguientes días serán definitorios en el curso que tome el derrotero de la invasión. Acaso el líder ruso ha decidido dividir Ucrania y desde esa posición negociar un territorio compartido en el que Moscú sería el guardián y al mismo tiempo el riesgo latente de expandirse a toda Ucrania.

¿Mariúpol se convertirá en el Waterloo de Putin?

Pero las tropas rusas no han podido tomar ciudades importantes a pesar de su poderío militar, cuyos magros resultados ya empiezan mermar en el ánimo de sus soldados. Han devastado Mariúpol, pero sigue la resistencia. Mariúpol puede convertirse en el Waterloo de Vladimir Putin.
Vladimir Putin ya está sufriendo las consecuencias del costo del sostenimiento de la guerra (se habla de 22 mil millones de dólares diarios) que se ha prolongado mucho más de lo pensado. La OTAN y Estados Unidos, por su parte necesitan mantener encapsulada la guerra en territorio ucraniano. Si hubieran cedido los aviones que imploraba Volodimir Zelenki los resultados serían los menos pensados.

Si Ucrania pierde la guerra será su responsabilidad, pero en el remoto escenario de que saliera triunfante militarmente (aunque perdiendo saldrá ganando) los líderes occidentales se levantarán a sí mismos la mano sin el menor rubor, se adjudicarán la paternidad.