Política Global

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  • Abstencionismo en Edoméx sigue ganando elecciones
  • Electores inconformes con la calidad de la democracia

Juan Barrera Barrera

Los pronósticos electorales se cumplieron en las elecciones del domingo pasado en Coahuila y estado de México. En el norte del país el PRI retuvo la gubernatura y superará la frase de “no hay mal que dure cien años…”. En la entidad más poblada y con el mayor padrón electoral Morena y su candidata, Delfina Gómez, pasaron por encima de la poderosa y casi invencible maquinaria electoral del PRI.

Perdedores y ganadores celebran, no importan los números. El PRI perdió uno de sus bastiones políticos y fuente de recursos más importantes que lo mantenía con aliento suficiente, hasta el domingo, para enfrentar la contienda del 2024, pero conservó su tradicional soberbia, sustentada por su socio albiazul que con desbordado triunfalismo por los resultados en Coahuila reafirman su alianza para las presidenciales. ¿Habrá tiro? Marko Cortés.

El abstencionismo sigue ganando elecciones

La coalición triunfadora encabezada por el Movimiento de Regeneración Nacional, ha echado las campanas al vuelo. No es para menos, dejaron muy mal herida a la bestia. El histórico triunfo que puso fin a un régimen autoritario y corrupto, ya lo hacen extensivo hasta la parada electoral del próximo año, sin reparar en los nuevos escenarios, condiciones e inercias internas del propio movimiento que genera la puja por la nominación presidencial. Es la euforia triunfalista, acaso.

No obstante la trascendencia del acontecimiento electoral, la jornada dominical en la entidad mexiquense estuvo empañada por el manto del abstencionismo. De 12 millones 332 mil 759 electores inscritos en la lista nominal del INE únicamente 6 millones 151 mil888 acudieron a votar, lo que significa un 49.8% de participación ciudadana, casi cuatro puntos porcentuales menos que la elección del 2017 que registró un 53.7%.

La participación electoral en los comicios estatales ha descendido desde de 1999, año en que contendió Arturo Montiel y logró el 47% de la votación. En 2005 el abstencionismo fue del 57% del total del padrón electoral y Enrique Peña Nieto fue electo con el 43% de los votos. En las elecciones de 2011 Eruviel Ávila ganó con el 45 % y Alfredo del Mazo con el 53.7%. Esto es, el abstencionismo en el estado de México ha sido el común denominador que supera el 50%.

Los electores reclaman mejores ofertas políticas

Los datos anteriores nos pueden indicar que los ciudadanos no están conformes con la calidad de la democracia, pero al mismo tiempo reclaman mejores instituciones electorales, más y de mejor calidad programas de motivación para su participación electoral. El Informe Latinobarómetro 2021. Adiós a Macondo, especifica que en México el 43 por ciento de los ciudadanos manifiesta su apoyo a la democracia sobre cualquier otra forma de gobierno. A nivel Latinoamericano el apoyo a la democracia llega al 74% en Uruguay.

Otro factor que puede inhibir la participación entre los electores a no ejercer su derecho al voto puede ser que las ofertas políticas no sean lo más atractivas y quienes sí votan lo hacen por hartazgo y porque realmente quieren la alternancia en el poder, porque realmente esperan un cambio para mejorar. La mayoría de los ciudadanos que salieron a votar este 4 de junio, si bien no sufragaron por Morena, lo hicieron en contra del PRI, por todo lo que representa. Las clases medias prefirieron mantenerse al margen afectando a las aspiraciones de Alejandra del Moral.

El abstencionismo sigue siendo el gran triunfador de las elecciones estatales. El fenómeno es preocupante, hace falta más calidad en las campañas y propuestas más realistas y realizables. A los electores jóvenes les aburre la vieja forma de hacer política, esa narrativa les es intrascendente. Delfina Gómez deberá legitimarse en el ejercicio de gobierno ante esas masas apáticas y al mismo tiempo cumplirles a sus bases sociales y clientelas políticas. La conquista de los votos está ahora en la expansión de los programas sociales.

La alianza triunfadora tiene ante sí lo más difícil, ser un mejor gobierno, no solamente de frases hechas (“no somos iguales”), una administración muy diferente al viejo sistema, eso requiere de la integración de un equipo técnico muy capaz, muy profesional, experimentado en el manejo de las finanzas, en la administración de los planes y programas sociales, en fin. No hay tiempo que perder. Hay que celebrar, pero dejen los triunfalismos. El verdadero reto está por venir.