Política Global

Ante la debacle, Margarita renuncia a su candidatura; nula posibilidad de triunfo; apoyaría la campaña de Ricardo Anaya

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Juan Barrera Barrera

El mismo día, martes, en que se supo que Margarita Zavala renunciaría a su candidatura independiente “por un principio de congruencia, de honestidad política” empezaron las especulaciones, las lecturas y significados políticos de su decisión de retirarse de la contienda presidencial y…los coqueteos de dos “suspirantes” que le han abierto su corazón.

Todavía el miércoles por la mañana estaba en campaña en una reunión con empresarios, que se tuvo que suspender a causa del sismo que se registró a esas horas, luego entonces ¿fue una decisión repentina? Ya por la noche en el programa Tercer Grado de Televisa hizo el anuncio. El martes había reconocido que su campaña pasaba por momentos económicos difíciles.

Margarita Zavala oficializó su renuncia a la candidatura a la presidencia de la República como aspirante independiente con fecha del 17 de mayo. En su carta reconoce el trabajo del INE en la conducción del proceso “sin dejar de señalar los enormes retos en términos de recursos públicos y regulación, que aún existen para la verdadera inclusión de los candidatos independientes en nuestra democracia”.

Zavala tiene razón en las enormes inequidades que tiene la legislación electoral en cuanto a recursos (tanto económicos como en derecho a tiempo en medios de comunicación) entre los partidos políticos y los candidatos independientes, pero ella sabía de las grandes desventajas a las que se enfrentaría, más todavía renunció al financiamiento público.

Nula posibilidad de triunfo

La campaña de la ex candidata, primera mujer candidata independiente, no solamente tenía problemas de liquidez. La ex primera dama nunca llegó a despegar en las encuestas. De hecho, el promedio ponderado de las intenciones de voto hacia Margarita en las encuestas más recientes era de poco menos de cuatro puntos porcentuales, ligeramente por debajo del otro candidato independiente, Jaime Rodríguez, El Bronco.

Como panista gozó de un fuerte posicionamiento para enarbolar la candidatura presidencial, pero chocó con intereses igualmente presidenciales con el dirigente del partido conservador, Ricardo Anaya, que veía en las aspiraciones de Margarita el regreso de su esposo, el ex presidente Felipe Calderón, a dominar el partido. Ante el conflicto interno desgastante la política decidió abandonar 33 años de militancia en octubre pasado, pues “la vida democrática del partido” estaba cancelada.

Como precandidata del PAN aparecía arriba en las encuestas cara a cara con Andrés Manuel López Obrador y Miguel Ángel Osorio Chong. Fuera del partido conservador la realidad cambió radicalmente su estatus político y la candidatura independiente no llenó sus perspectivas presidenciales. A lo anterior tenemos que sumarle que sus discursos y participación en el primer debate no alteraron positivamente la percepción de los electores hacia su candidatura.

Este desplome de Zavala en las mediciones y la polarización de la campaña en la que Andrés Manuel López Obrador (Juntos Haremos Historia) puntea todas las encuestas y un Ricardo Anaya (Por México al Frente) que se afianza en el segundo lugar, esa realidad hizo reflexionar seriamente a la candidata dimitente sobre la nula posibilidad de triunfo.

Un factor que seguramente también influyó en el ánimo de Margarita Zavala Gómez del Campo para bajarse de la contienda presidencial fue el nulo apoyo financiero y político del sector empresarial y que por el contrario terminaron por otorgárselo a Anaya.

Margarita optaría por Anaya

Margarita Zavala dijo que renunciaba a sus aspiraciones y tuvo la certeza de no declinar en favor de algún otro candidato “…para dejar en libertad a los que generosamente me han apoyado para que tomen su decisión como se debe tomar en esta difícil contienda”.

Sin embargo, se ha especulado en torno a la migración de sus votantes y si apoyará alguno de los dos candidatos que le han enviado señales e invitaciones directas a sumarse a sus proyectos, a sus campañas: Ricardo Anaya y José Antonio Meade.

Ricardo Anaya representa al partido en el que Zavala militó por más de tres décadas, pero también representa el personaje que vulneró sus derechos partidistas y truncó sus aspiraciones presidenciales en el PAN. Pero es quien está en condiciones de pelearle la presidencia a López Obrador y los votos que pudiera sumarle, más los de los indecisos y el voto útil, estrategia a la que le apuesta el frentista, aumentaría sus posibilidades de acortar distancia con el tabasqueño y entrar a una contienda más competida.

Hasta ahora el acercamiento entre Zavala y Anaya es más real, no obstante sus enconos y agravios personales, que con el abanderado de la coalición Todos por México. Con Ricardo ha habido comunicación, pero no encuentro cara a cara y se espera que en los próximos días pueda darse este acontecimiento. Tal vez la afinidad ideológica los logré sentar a la mesa. Es una posibilidad.

La posibilidad más remota de Margarita de sumar esfuerzos es con la campaña de Meade Kuribreña. Además de la invitación de René Juárez, Meade ha intensificado sus conqueteos en el intercambio de elogios y reconocimientos a sus trayectorias. Meade no es mal candidato, pero en los hechos ha demostrado que no es un candidato competitivo.

La reciente medición de la empresa Mitofsky del martes, arroja un 44.5% de la preferencia electoral efectiva favorable a AMLO; 28% a Anaya y 19.8% para Meade. No hay mejora, no hay avance sustantivo para el candidato de la continuidad ¿por qué Margarita tendría que invertir su escaso capital político en alguien que como ella tampoco tiene probabilidades de triunfo?

Independientemente de la decisión que asuma Zavala, en el supuesto que opte por melón o con sandía, Andrés Manuel también se vería beneficiado con algún porcentaje de seguidores de la renunciante. Ayer se dio a conocer una encuesta en la que se indica que el más beneficiado de ese 4% de la votación que representaba Zavala, el 52% votaría por Anaya; el 30% por AMLO, y el 7% lo capitalizaría Meade.

La malograda candidata independiente no tiene por qué esperar hasta el 2 de julio para reiniciar su futuro político con la construcción de su movimiento cívico. Su retirada estratégica de todos modos modificará la tendencia de las encuestas.