Si me permiten hablar

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Negocio bélico

Ana Celia Montes Vázquez

Como si estuviera viendo una película de la Segunda Guerra Mundial cayó la noticia de la invasión de Rusia a Ucrania, que formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la era comunistas. Y de verdad resulta increíble que en pleno Siglo XXI, cuando mucho se ha avanzado en materia de Derechos Humanos, Derecho Internacional, convenciones y acuerdos de toda índole para preservar la paz y convivencia entre los países, que se haya una guerra en Europa como si se hubiera retrocedido a la década de los 40 del siglo pasado.

Las imágenes de los noticieros sobre esta conflagración no pueden ser más que elocuentes, sobre todo si se toma en cuenta que están transmitiendo en tiempo real, lo cual lo hace más escalofriante y enternecedor. ¿¡Cómo!? Sí, porque el ver a las familias separarse y los edificios derruidos, además de todas esas historias de los ucranianos buscando refugio en otros países y atravesando las fronteras para escapar de la agresión rusa han estrujado el corazón de millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, en esta ocasión no abundaré más en todo lo que se ha dicho sobre el drama de la guerra sino en el negocio que representa.

¿Cómo así, un negocio la guerra!? Por supuesto. Después de dos años de pandemia por coronavirus y con una crisis que se perfilaba desde antes, todo el mundo han visto sus economías mermadas y sin mucho impulso, por más que se han abierto todas las actividades, lo cual no ha sido suficiente, por lo que un conflicto bélico mueve la economía particular e internacional, pues echa andar el negocio de armas y equipamiento militar, of course, pero también de la industria textil y zapatera (uniformes), la alimenticia (suministros para la tropa), de la transportes y ni qué decir de la de tecnología y comunicaciones, entre otras tantas. Cabe recordar que muchos de los inventos que hoy en día son parte de nuestra vida diaria fueron instrumentos de guerra: La aviación; el telégrafo; el teléfono y ni qué decir de internet, por mencionar algunos.

Y es muy claro que Rusia pretende evitar la injerencia de Europa y más de Estados Unidos en un territorio tan cercano; y es todavía más claro que extraña como parte de su unidad a Ucrania, un país con riquezas naturales nucleares y petrolíferas y con amplia producción de trigo. Y tampoco es gratuito el que el presidente norteamericano Joe Biden advirtiera que se está en la antesala de la Tercera Guerra Mundial, porque, si la memoria histórica no falla, fue en la Segunda cuando Estados Unidos entró aunque casi al final.