Omnipresente Sr. López
Ana Celia Montes Vázquez
Sin duda alguna, del odio al amor existe un paso y viceversa. Una mínima y delgada línea es lo que separa ambos sentimientos tan opuestos, pero también complementarios. Nada más oportuno que esto previo al día más melcochoso del año: El del amor y de la Amistad, el dedicado al patrono alcahuete de los enamorados, San Valentín.
Pues bien, hablando de odio-amor necesariamente se debe referir al oscuro objeto del deseo. Es el caso de Andrés Manuel López Obrador, presidente constitucional de México, el más votado en la historia nacional, quien logra lo que tanto en política como en la farándula se anhela: Que hablen bien o mal, pero que hablen. En otras palabras, propaganda gratuita, y en el caso de AMLO así ha sido.
¿Tanto así? Por supuesto. Son más los detractores que aduladores quienes le hacen labor propagandística y la cuidan la imagen, de tanto estar al pendiente de su más mínimo movimiento, incluido si se limpió los zapatos por ejemplo. Son, literalmente, ríos de tinta y kilómetros de líneas ágata dedicados a criticarlo por lo sus dichos o hechos. Y como muestra basta con ver que ni bien concluía el evento relativo a la inauguración del aeropuerto “Felipe Ángeles” en la base de Santa Lucía –obra insignia lopezobradorista, por cierto criticada hasta el cansancio—y la ceremonia con las fuerzas castrenses cuando una cierta senadora chapulina antes morenista y ahora panista ya vociferaba que el presidente cometió una serie de faltas de respeto.
¿Y quién dice que el actual mandatario no ha promovido el empleo? Nomás basta con observar la cantidad de banderas, playeras, gorras, muñecos, sombrillas, tazas y hasta bolsas, entre varios artículos con su cara y hasta regetones repitiendo muchas de sus frases memorables como “Me canso ganso” de libre venta en la vía pública y sin cobrar un solo centavo por concepto de regalías, igualito que como sucede con aquellos comunicadores expertos en la vida de AMLO, a quienes les ha puntualizado que, pensándolo bien, sí deberían darle una comisión a cuenta de los muchos moches recibidos por pregonar cosas que ni él mismo sabía de su propia existencia.
Y hablando de esto resulta claro y contundente la existencia de estos comunicadores (locutores, caricaturistas, comentaristas y demás fauna) cuya razón de ser, existir y trabajar radica en hablar, escribir o dibujar todo lo negativo, o lo que consideran negativo, del presidente mexicano; como que es su tema. Y ni qué decir de varios medios de comunicación cuya línea editorial es criticar, minimizar y hasta ridiculizar las acciones presidenciales y las del gabinete, pasando por secretarios de Estado, subsecretarios y funcionarios menores; pero tampoco se han salvado ni el partido MORENA ni los militantes ni mucho menos los legisladores de ese color, que ahora tiñe mayormente el mapa electoral de nuestro país.
Tanto ha llegado ese desprecio, que a la mente me viene el caso de un afamado diario propiedad de un peruano, el cual se refería a don Andrés Manuel López Obrador como el señor López, así nomás, en un afán de minimizar su presencia e importancia, o rinconearla, en el argot periodístico. Sin embargo, sucedió lo contario, pues de tanto nombrarlo más lo apoyó. ¿¡Cómo!?
Por algo muy sencillo; en publicidad y propaganda la premisa principal radica en que no basta con colocar una marca, producto o nombre sino repetirlo para lograr la recordación y, por ende, fidelidad en la mente de los consumidores o votantes. Así lo ha logrado Andrés Manuel y ¡gratis!
En fin, por todo esto y otras acciones más pareciera que en algo les ha dolido el recorte de publicidad oficial; en otras palabras y para quienes no lo entiendan o sepan, esto se refiere al dinero del gobierno dado a medios de comunicación por concepto de propaganda en donde se expusiera favorable y consuetudinariamente la figura presidencial y todo a su alrededor con bombo y platillo, aunque fuera la supuesta inauguración de un hospital vacío y sin personal ni equipamiento. ¿O será también que a algunos ya les llegó la hora de pagar impuestos multimillonarios y multas?
Sólo Dios y el diablo tienen el don de la ubicuidad, refiere la fe religiosa; es decir, que están en todas partes, y la figura de Andrés Manuel López Obrador, sus palabras, acciones y hasta su salud afectada por el COVID constituyen los motivadores de muchos individuos y organismos dedicados a verlo siempre y en todas partes. A esto también se le conoce como omnipresencia.