Universitarios

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La Estafa Maestra y las universidades

Leopoldo Reyes Equiguas*

Vivimos en una época en la que nuestros valores están en crisis, las figuras del párroco, del policía y del maestro en algún tiempo fueron icónicas y representaban de alguna manera los baluartes en los que la sociedad se apoyaba para mantener la armonía y la paz social.

Desafortunadamente, hoy en día las instituciones como la Iglesia, los gobiernos y sus instituciones, han sido cuestionados de forma muy puntual, ya que los miembros de dichas organizaciones han faltado a los códigos de conducta que conforman la ideología del “deber ser”, y que como representantes de organizaciones sociales que luchan por mantener la integridad del tejido social, provocan la erosión en la credibilidad de sus instituciones, al comportarse de manera contraria a lo que se espera de ellos.

La Iglesia y sus sacerdotes, así como líderes religiosos, en muchas partes del mundo se ven envueltos en escándalos sexuales y de pederastia; los partidos políticos, los gobiernos y sus funcionarios utilizan el poder para beneficio propio, incurriendo en corrupción y cohecho.

Ante este panorama, uno se pregunta ¿quiénes son ahora los líderes sociales y estadistas que encabezarán las acciones necesarias para acabar con el caos, la desigualdad y la anarquía que se padece en muchos lugares del planeta?

Hay una frase que señala que la educación es la herramienta idónea para acabar con muchos de los males que hoy nos aquejan. Y ¿dónde se imparte esa educación? Algunos dirían que se comienza en los hogares, pero se consolida en las escuelas y universidades.

Sin embargo, las universidades deben funcionar como un nivelador social que acorte las diferencias sociales, que permita la movilidad de las personas hacia una estadía con una mejor calidad de vida y que inculque valores perennes que hagan de este mundo un mejor lugar, y no deben prestarse a situaciones y conductas que permitan a gobiernos corruptos, el desvío de fondos públicos en perjuicio de todo un país, como sucedió en el caso de la llamada Estafa Maestra.

El mecanismo para desvío de fondos fue gracias a la ayuda de universidades públicas, con lo que se erosiona la imagen y el espíritu que debe prevalecer en dichas instituciones. Si la Iglesia y los gobiernos han perdido credibilidad entre la sociedad, no dejemos que las universidades caigan en lo mismo.

Las instituciones educativas son el último bastión para combatir la corrupción, la desigualdad y la violencia creciente. Unas cuantas personas que traicionaron sus principios estando al frente de esas universidades, no pueden generar un estigma para todas las instituciones de enseñanza superior.

Como lo declaró Enrique Graue Wiechers, rector de la UNAM, si hubo rectores involucrados en la estafa maestra, que paguen conforme a Derecho, pero no podemos permitir que nuestras escuelas y universidades dejen de ser el motor de cambio para México, la sociedad las necesita.

*Rector de la Universidad Latina (UNILA)

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