Universitarios

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Universitarios, vulnerables ante el incremento de inseguridad

Leopoldo Reyes Equiguas (*)

La administración del Gobierno de la Ciudad de México en el sexenio de Miguel Ángel Mancera, se empeñó en muchas ocasiones para convencer a la ciudadanía de que a pesar de la creciente oleada de violencia a lo largo del territorio nacional, no existía indicio de que el crimen organizado hubiese vulnerado los cinturones de seguridad implementados por el gobierno capitalino, que las manifestaciones de violencia no eran más que hechos aislados que no representaban una problemática generalizada, razón por la cual la sociedad no tendría por qué preocuparse.

Hoy la realidad nos golpea de frente, nos ubica en un contexto de violencia creciente, donde la inseguridad nos vuelve medrosos, desconfiados e inseguros, pero con justificadas razones.

Las ejecuciones que antes sólo se veían en algunos estados de la República, las balaceras a plena luz del día y las desapariciones de personas, ya son cotidianas para los capitalinos, pero la verdadera problemática, consiste en que después del miedo, viene la frustración, y después de ésta, viene la costumbre.

Lo peor está por venir si nos volteamos ante estás facetas obscuras del ser humano, al grado de ya no provocar entre los ciudadanos sensación de sorpresa, enojo, indignación o temor, porque en ese momento comenzaremos a perder la batalla contra el crimen.

En días pasados, se reunieron rectores de varias universidades privadas con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, entre los cuales se encontraba un servidor; se tomó nota de la inseguridad que aqueja a los jóvenes universitarios, y cada uno de los presentes planteó la posibilidad de sumar esfuerzos desde las trincheras académicas para tratar de resolver la problemática que lacera y lastima a toda la comunidad universitaria, sea de escuelas privadas o públicas.

El siguiente paso es que la sociedad civil y el gobierno, hagan un trabajo de concientización y establezcan protocolos de prevención y disuasión para que los jóvenes estudiantes no se coloquen en zona de riesgo, ni se expongan innecesariamente. Las autoridades se comprometieron a redoblar esfuerzos destinando recursos humanos, materiales y tecnológicos para combatir al crimen.

Es tiempo de hacer a un lado aspectos ideológicos, de polarización política y entender, que cuando la criminalidad avanza, deteriora y destruye la vida de familias enteras, nadie se salva, ni los simpatizantes de uno u otro partido político.

Vivimos en una sociedad democrática, pero cuando se trata de asaltos, secuestros, violaciones u homicidios, la ideología política no es un salvoconducto para mantenernos ajenos a esta triste realidad. Así que como sociedad, menos reclamaciones y más acciones, sumemos y pongamos lo que esté a nuestro alcance para reconstituir nuestro tejido social, nuestras futuras generaciones nos lo agradecerán.

(*) Rector de la Universidad Latina (UNILA)