Universitarios

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La cultura de los Derechos Humanos en los centros educativos

Leopoldo Reyes Equiguas*

Las relaciones humanas son complejas por naturaleza. Los principios básicos de la convivencia son el respeto y la tolerancia, vivimos en un mundo donde la tecnología deshumaniza y aleja a las personas, lo que provoca que los individuos tengan problemas para mantener una comunicación interpersonal asertiva.

Esto se complica aún más por cuestiones ideológicas, ya sean políticas, de género o preferencia sexual; se propician discrepancias, distanciamientos y en casos extremos discriminación, abuso o el llamado bullyng.

Somos una sociedad conformada por un mosaico de ideas, tendencias, gustos y costumbres que no necesariamente son homogéneas.

Las nuevas corrientes globales que permiten y reconocen los matrimonios entre personas del mismo sexo; la apertura a determinados espacios del quehacer humano al género femenino con el ánimo de establecer criterios de igualdad entre hombres y mujeres; la posibilidad de adopción de menores entre parejas homosexuales, entre otros aspectos sociales, ponen en un plano antagónico a diversos segmentos de la sociedad, quienes tratan de imponer su visión del “deber ser”, sin siquiera intentar una postura de empatía a favor de quienes se consideran incluso “adversarios”.

Mucho se ha dicho y escrito acerca de que la educación es la principal y mejor herramienta para transformar y reconstituir el tejido social.

Sin embargo, en muchas instituciones académicas no existen protocolos para prevenir la vulneración o transgresión hacia los grupos vulnerables, el acoso sexual y laboral, el abuso de autoridad y de la fuerza por parte de personas que son plenamente identificados por sus pares como “agresores” o “abusadores”.

En muchos casos no hay una autoridad con capacitación y conocimiento que sensibilice a su comunidad universitaria para evitar que la exposición a la violencia en medios e incluso en el seno familiar, encuentre como válvula de escape a la frustración e impotencia, el desencadenar un proceso de violencia replicada entre los más desprotegidos.

Debemos poner especial cuidado en niños y jóvenes que acuden a los centros educativos, establecer campañas de sensibilización y concientización. Las autoridades educativas deben ser las primeras en legitimar su autoridad moral, no incurriendo en conductas que pueden constituir en sí mismas, violaciones a los derechos humanos, por lo que es necesario que dichas autoridades estén capacitadas para implementar los protocolos de prevención.

La teoría clásica del Derecho establece que la violación del Derecho Humano solamente puede ser materializado cuando una autoridad ejerce acciones en contra de un particular.

Hoy existen estudios que plantean que entre los particulares también puede haber transgresiones de los Derechos Humanos; tanto escuelas públicas como privadas deben velar porque en sus instalaciones no se transgreda ningún derecho humano, ya que de poco o nada serviría el conocimiento puro y duro, si no se forma en valores como la ética y la integridad, lo que daría paso a la congruencia, un valor tan desdeñado en los últimos años, como ejemplo tenemos el recién nombramiento de la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), recordemos que las palabras “jalan”, pero el ejemplo “arrastra”. Hasta la próxima.

*Rector de la Universidad Latina (UNILA)