Camino por Andar

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Todo parece indicar que tenemos un país que se desangra

Fauzi Hamdan Amad *

El periódico Reforma del día 22 de noviembre titula como noticia principal y espeluznante: “Ejecutan en 31 días a más de 2,300”, agregando que la violencia impone
nuevo record de homicidios en un mes, acumulando el Gobier- no que encabeza el Presidente Peña Nieto 13,000 muertes más que Felipe Calderón en cinco años de gestión.

Este título me recuerda el artículo del distinguido escri- tor Jorge Volpi en el mismo periódico Reforma del 18 de noviembre que narra la obra titulada “Procesos de la Noche” (Almadía-Fondo Ventura, 2017) de la escritora Diana del Ángel que en esencia su obra trata de devolverle el rostro a una víctima llamada Julio César, modelado con palabras, para que al espanto y al horror de su tortura se le añada una indignación continuada que impida el olvido.

Como dice acertadamente Jorge Volpi “Desde que se inició la guerra contra el narco, México es un país de cuerpos sin historia y de historias sin cuerpo. Cuerpo sin historia: Los miles de cadáveres hallados en fosas repartidas a lo largo de nuestro territorio sin que sepa- mos a quienes pertenecían, que nombres, que destinos, que anhelos o desventuras los acompañaron en vida. Historias sin cuerpo: las de los miles de desaparecidos cuyos nombres conocemos o empezamos a conocer, por ejemplo, a través del ejercicio ejemplar de data cívica, pero de los que no hemos vuelto a saber nada desde que dejaron de estar entre nosotros. Habitamos un cementerio”.

En el caso paradigmático de los normalistas de Ayotzi- napa sus padres siguen reclamando con ansía sin igual, y las autoridades se siguen empecinando y mintiendo que siguen la búsqueda de los cuerpos cuyos nombres si están identificados, incluyendo sus fotografías, sus padres son los que tienen vivos a sus hijos y a la sociedad en su conjunto el horror y el espanto que sufrieron de manera cruenta y dramática a manos del crimen organizado.

Por ello, los poderes de la literatura, en particular la magní- fica obra de Diana del Ángel son, por desgracia limitados. No sirven para revivir los muertos ni para reintegrar una piel desollada, pero al menos permite imaginar los relatos de vida detrás de las cifras de horror y sentir, al menos un instante, la humanidad que se les niega a las víctimas. Doña Diana es poeta, cronista, defensora de derechos humanos y, como dice Doña Elena Poniatowska en el prólogo “Que desgracia un país donde una poeta debe consagrarse a reseñar un desollamiento”.

En efecto, la autora acompañó a la familia de Julio César y, en particular, a su esposa Marisa y su pequeña hija Melisa y a su abogada Sayuri Herrera, en la penosa odisea para exhumarlo, practicarle un sin fin de exámenes y pruebas forenses y enterrarlo por segunda vez en el desesperado afán de que como el resto de sus compañeros, se le haga justicia. Porque en todos los homicidios y ejecuciones ha habido corrupción e impunidad, salvo desde luego muy pocas excepciones.

El viernes 17 de los corrientes fue publicado el Decreto de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas. En la letra de las normas como jurídicas que son, es una buena ley, pero auguro que su aplicación no va a dar el resultado de descubrir cuerpos sin cabeza ni cabeza sin cuerpos…

Hoy en día nuestro país es más violento, más inhóspito, más corrupto, más sangriento y más bárbaro que nunca. Por una condición de necesidad ineludible so pena de una desgracia colectiva de problemas impredecibles, hoy más que nunca tiene la oportunidad el Ejecutivo Federal y el Congreso de la Unión de plantear la despenalización de la marihuana, de la heroína, de la cocaína y de la amapola, como lo han venido haciendo muchos países europeos y particularmente nuestro vecino del Norte. De manera que se controle desde la producción, comercialización y consumo, creando políticas preventivas y centros de rehabilitación para los consumidores.

Nuestros políticos todavía no entienden o no quieren ver lo obvio de que estamos frente a un problema de salud y, por lo tanto, atenderse de fondo y gradualmente, debiendo repito crearse políticas preventivas y centros de rehabilitación para los consumidores. Con toda certeza se iría reduciendo la violencia asociada con la producción de dichos estu- pefacientes; si no se adopta su despenalización cualquier acción preventiva o su combate no serían efectivas; seguiría la corrupción, las ejecuciones violentas y sangrientas y las organizaciones criminales apoderándose cada vez más de territorios en donde a los particulares se les exige el pago de derecho de piso para darles protección, perdiendo inexorablemente el Estado la gobernanza en dichos lugares. La OMS ha recomendado que los países debe desarrollar políticas y leyes que descriminalicen el uso de drogas y por lo tanto reducir la detención carcelaria. Reitero este es un problema de salud y no de conducta delictiva.

*Socio de Hamdan, Manzanero y Asociados