Camino por Andar

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Hoy en día en las materias más importantes del Derecho Administrativo, opera la negativa ficta

Fauzi Hamdan Amad

La distinguida economista y periodista Claudia Luna Palencia, publicó en la Revista la Espiral el pasado 17 de abril, ─más que un artículo es un ensayo─ titulado “La Corrupción Somos Todos”. Inicia dicho ensayo en los siguientes términos: “Es mangante, inmoral, pecaminosa, vertical y debería ser considerada un crimen de lesa humanidad porque daña el tejido social afectando la vida de millones de personas a las que les roba su presente y les quita cualquier oportunidad de futuro”.

En efecto, la corrupción en su amplia acepción, es torcer, distorsionar, romper, corromper, desviar, actuar perniciosa y perversamente el hombre en sus relaciones sociales e incluso familiares.

En ese sentido, como decía Querencio “nada de lo humano me es extraño”. Acotando el concepto corrupción, según su definición enciclopédica es “la acción de corromper o bien de corromperse”, es decir un mecanismo en doble vía para el que acepta o pide el soborno, así como para quien lo ejerce al llevarla a cabo.

Generalmente se asocia o vincula con las personas que ocupan un cargo público; cuando este fenómeno es sistémico, como lo es en nuestro país, principalmente por los actores políticos en los tres órdenes de gobierno, y en los tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial); el fenómeno entonces cobra una relevancia altamente significativa.

El fenómeno desde el punto de vista de Doña Claudia es mundial, señalando que es de escandalizar la putrefacción que nos consume quizá la sociedad de la información ha prohijado la facilidad de enterarnos en tiempo real de lo que acontece en otro país y así, concatenando casos que se dan en mayor o menor medida en todo el mundo.

De acuerdo con ONE, la ONG antipobreza cofundada por Bono deU2, y cuyos datos fueron presentados en Davos, Suiza, durante el último cónclave del Foro Económico Mundial, al menos un trillón de dólares anuales es el costo de la corrupción que desangra a los ciudadanos de los países más pobres.

El dato se concentra únicamente a lo que, por ejemplo África deja de destinar en mejoras para su ciudadanía y creación de más infraestructura, porque el dinero que debería ser utilizado para fines de beneficio colectivo, se lo quedan los políticos en contubernio con otros empresarios y, por supuesto gente ligada con la Banca y los Mercados Financieros.

El Banco Mundial ha señalado que no puede aportar cuanto es el costo real de la corrupción en los países más desarrollados o industrializados, se concentra en cómo el dinero que se roba de las arcas públicas lacera a los países menos desarrollados. En nuestro país se ha creado un Sistema Nacional Anticorrupción, porque en el nuestro, a diferencia de otros países, la corrupción está acompañada de la impunidad.

Me temo que nuestro Sistema Nacional Anticorrupción, que entra en vigor el próximo 18 de julio, a pesar de las enormes expectativas que se tienen del sistema, no va a dar los resultados esperados y, sí en cambio, se va a convertir en acciones y en presunciones de corrupción con fines persecutorios y políticos, como ya está empezando a suceder.

El mejor antídoto contra la corrupción es muy simple, tan simple que ha pasado desapercibido. Basta con reformar la Ley Federal de Procedimiento Administrativo con el propósito de que al tener lugar el silencio administrativo, esto es de no responder la autoridad en un plazo determinado (tres meses) opere siempre la afirmativa ficta.

Hoy en día en las materias más importantes del Derecho Administrativo, opera la negativa ficta; con esa reforma se hace efectivo el Principio General de Derecho Humano pro hominae, en los términos del segundo párrafo del Artículo primero de la Ley Suprema. La corrupción disminuiría significativamente, sin embargo, en caso de que ocurra que un servidor público no responda lo solicitado por el particular y deje pasar el plazo, para que tenga lugar la afirmativa ficta, sería suficiente para que ese servidor público sea destituido de su cargo.