Expedientes MX

488

Agresión a mi persona y lo que la sociedad no quiere ver

Norberto Vázquez

Hacer periodismo ha sido una de las satisfacciones más importantes de mi vida. A lo largo de más de 20 años, he transitado por medios de comunicación y sobre todo de investigación periodística como las revistas Contralinea, Quehacer Político, Huellas de México, AlPunto, Vértigo, Habitat y La Chispa. Esto me ha dado la oportunidad de conocer a casi toda la clase política de este país, a los tomadores de decisiones más poderosos de la administración pública a lo alargo de más de cuatro lustros: presidentes de la República, gobernadores, presidentes municipales, senadores, diputados federales y locales. También me ha tocado tener encuentros periodísticos con lo más selecto de la clase empresarial y los dueños de los corporativos más potentados de la economía nacional.

A pesar de esa situación, jamás me he aprovechado de esa interacción. Nunca he pedido favores a la poderosa gente que conozco y que he tenido la oportunidad de conversar periodísticamente. Siempre he creído que tú luz, mucha o poca, es la que te hace abrirte paso en esta carrera y por consiguiente en los caminos de esta vida.

En esta ocasión, no entraré en detalles (porque las pesquisas siguen) y solo quiero agradecer el apoyo recibido por parte del personal de la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, y del excelente trato de las funcionarias del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.

Sin dejar pasar, a mis compañeras de comunicación social de la Secretaría de Seguridad y Participación Ciudadana que preside, la entrañable amiga Rosa Icela Rodríguez. Hoy tengo seguridad preventiva en mi casa por parte de agentes de la Guardia Nacional. Mi agradecimiento al comandante general de esa institución, David Córdova.

A lo largo de estos más de cuatro lustros, he realizado reportajes documentados sobre corrupción, lavado de dinero, narcotráfico, tala ilegal, robo de infantes y todos esos temas escabrosos que atentan contra las libertades y los problemas que nos aquejan como sociedad.

Los políticos, empresarios y personal del crimen organizado que se han visto involucrados en mis textos han aguantado vara, ha sido un encuentro de gente conocedora de que en este medio el que se lleva, se aguanta, pero con profesionalismo. Jamás ni siquiera he recibido alguna encomienda personal contra mi persona. Recuerdo un reportaje contra Nemecio Oceguera, El Mencho, líder del Cartel Jalisco Nueva Generación, que, por el contrario, su gente estaba encantada del texto, que a pesar de que lo denunciaba como el “enemigo público número uno” se daban por satisfechos por los comentarios de jefe. Así me lo hicieron saber.

El problema que tenemos frente al día de hoy es esa variable que la sociedad no quiere ver: una parte de esta sociedad voluble, caprichosa y altamente violenta que se esconde entre las sombras. Hoy en este país, todo mundo se creé integrante del narco, líderes de extorsionadores y con todo el derecho a cobrar piso a la gente que sí trabaja.

Sopesar desde la óptica periodística los grandes cambios que se han dado en este país, es darte cuenta que hemos extraviado el país solidario, empático, bonachón, agradable y sociable que nos dejaron nuestros padres.

Darte cuenta que los enemigos de la sociedad es la misma sociedad, es comprender que un fenómeno sociológico de alta magnitud está alterando los engranes y el tejido social de esta sociedad. Aquí seguiremos, haciendo periodismo por que es lo que amo. La suerte está echada en un país que cambió mucho en sus entrañas, en el que he vivido y que duele su transformación en una nación altamente violenta. Que viva México y sus libertades. Sigamos adelante, hay aun mucho camino por recorrer y que decir. Cuando el periodismo lo traes en la sangre, jamás habrá quien te lo quite de la mente hasta el final incluso de tus días.